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La lengua de Bill se movía con rapidez entre tus pliegues. Soltabas fuertes ruidos y las lagrimas caían sobre tu rostro, la saliva seca en la comisura de tus labios mientras tomabas entre tus manos las suaves mantas de la cama.
- tan deliciosa - escuchaste decir, tus piernas se encontraban sobre sus hombros. Chupaba y lamia tu feminidad como si se tratara de su última comida, amabas su lengua y sus largos dedos.
Bill aprovecho que este mes no se haría las uñas para comerte y hacerte venir como el siempre hacía. Amaba ver tu cuerpo convulsionar por tus constantes orgasmos y ver como salía tus fluidos de ti para volver a pasar su lengua, dejándote limpia.
- Bill... follame - gemiste.
- no puedo... - hablo sobre tu coño dejando besos en este - extrañaba tu sabor -
- por favor... - pediste elevando tu cuerpo con la poca fuerza con tus codos mostrando esos ojos de sumisa que siempre mostrabas para conseguir lo que querías.
- eres tan consentida - dejo un ultimo beso en tu coño para levantarse de la cama - no quiero que me pidas que pare. No lo hare hasta verte desmayada de placer ¿oíste? - deslizo su bóxer por sus piernas dejando ver su polla.
- si... - susurraste.
Bill dejo caerse sobre ti, sin dejar caer todo su peso sobre ti. Tomo tus muslos dejándote completamente expuesta ante él. sin esperar más, entro en ti con brusquedad.
Soltaste un grito al sentir su enorme polla entrando en ti sin cuidado y no paraste de gemir cuando entraba y salia de ti descuidadamente.
Los gemidos de Bill eran la gloria y los mas hermosos que podías escuchar. Amabas todo de tu esposo.
