0 (Douma)

1K 57 18
                                    

Desde que era pequeño siempre supe que había algo mal conmigo, mis padres siempre me dejaban sólo y tuve que aprender todo por mí mismo, pero había algo en particular que siempre me sorprendía que a otros no les pasara: Querer matar seré vivos.


Un día por su ausencia de trabajo mis padre me compraron un cachorro, pero yo al ver su pansa tan rellena me pregunté cómo sería por dentro; por lo que una noche tomé un cuchillo de la cocina y al ir a su cama le clavé el cuchillo para abrirlo y sacarle los órganos, la sangre me fascinó y sin duda me sentí maravillado de cómo era por dentro, algo muy diferente al exterior, pero mis padres escucharon los llantos del cachorro y me encontraron cubierto de sangre. Obviamente se horrorizaron y jamás me volvieron a comprar otro ser vivo, ni siquiera un pez. En el suceso tenía solamente 4 años y ni siquiera me había sentido mal, no entendía por qué mi mafe lloró y mi padre me golpeó la cara gritando que era un mal hijo.



Pero conforme fui creciendo entendí que yo estaba maldito, desde que tengo memoria asesiné, a pesar que mis padres no me dieron más animales yo salía a la calle y si no había nadie tomaba cualquiera que viera para llevarlo al bosque y matarlo, en su mayoría eran perros que eran amigables o gatos que llegaba atrapar.


Pero cuando por fin tuve 13 años conocí lo que era matar un ser humano, ya que en la escuela llamé la atención por ser "lindo" y entendí que lo era, por lo que al conocer a una compañera que se me declaró decidí invitarla a donde mataba a mis animales. Ella al ver todo ese desastre quiso irse pero la golpeé con martillo en la cabeza hasta que vi que se había roto su cráneo, me dio felicidad ver cómo un cerebro se veía de fuera casi hecho puré, pero tuve que enterrar el cuerpo en ese lugar, aunque me dio tanta tristeza no volver a ver esa escena que le tomé foto antes de enterrarla.

Días después su desaparición salió en las noticias y mis padres pensaron que ese lugar no era seguro, por lo que decidieron mandarme a estudiar a otros lugar. Aunque yo siempre pensé que sabían que yo la maté y para librarse de mí me mandaron. Pero nunca pude dejar de matar, en el transcurso de los años mataba a chicas que veía en la calle, simples desconocidas, ya fuera en la noches solas donde nadie las pudiera escuchar o secuestradolas y era lo mejor, torturarlas y ver cómo lloraban o gritaban mientras las abría o golpeaba. Siempre tomando fotos de recuerdos.



Cuando por fin me hice profesor, algo que siempre quise hacer para ver a quién matar me contrataron en una nueva escuela y ahí... La vi


Mi siguiente víctima: Shinobu Kocho, era perfecta, hermosa, inteligente, con un aire de inocencia, amable y siempre sonriendo. Ese pensamiento de ser mi siguiente víctima se quitó, no entendía la razón, cuando mi corazón latió rápido y una sensación nueva me hizo sentirme extraño, no quería matarla; la quería a ella. En ese tiempo no volví a matar a nadie.


Entonces un día me declaré a ella pero me rechazó y ahí me sentí furioso, ¿por qué? Hasta ahora ninguna chica me había rechazado, pero ahora era diferente... Yo de verdad sentía algo por ella, estaba negado al rechazo entonces me desconecté de mi realidad e hice todo lo que sentía. Ahí me di cuenta que jamás dejaría de ser quien soy pero también la quería a ella, desarrollé un nuevo gusto, hacerle las mayores torturas sexuales a la mujer que amaba pero ella cada vez se está volviendo más rebelde, quizás deba hacer algo para que esté conmigo para siempre.

Estoy maldito. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora