Estoy maldito.

Capítulo 18

Un día como cualquiera una mujer estaba enfrente de la tumba de quien un día fue un profesor.

Es tan triste un tumba sin cuerpo.

Shinobu: Buen día profesor.

Kocho cerró los ojos para después escuchar alguien acercarse.

???: ¿Oh? ¿Conocías a Giyuu?

Shinobu: Fue mi maestro.

Tsukaku: Lo imaginé, aunque casi ningún alumno lo he visto visitar a mi hermano.

Shinobu: Quería recordarlo.

Tsukaku: Yo Siempre lo hago, no hay día que no recuerde a mi hermano...

Kocho bajó la cabeza disculpándose para después irse caminando, a la hermana de Tomioka ni tiempo le dio de preguntarle su nombre, lo que quizás fue lo mejor, si no sabría que ella fue la última que vio a Tomioka con vida.

Cada que tengo la oportunidad, visito las tumbas de mis seres queridos, pero hoy... Fui a ver la de Tomioka, no sé si sea por culpa o porque a pesar de que murió hace tiempo, todavía le tengo cariño.
»»————>

Shinobu: ¿Cómo que a mudar?

Douma: Así es, la mayoría de los profesores de la escuela se irá, ya sabes los humanos, están convencidos que hay una maldición... Lo peor es que sí la hay.

Shinobu: Tú arruinaste todo...

Douma: Lo sé.

Al siguiente día Douma estaba peleando con Kocho, él quería inyectarle un cesante para dormir a Kocho pero ella no se estaba dejando.

Shinobu: ¡Que me dejes!

Douma: Si sigues así te voy a inyectar el ojo.

Kocho intentaba patear la jeringa pero Douma sostuvo sus piernas aunque le fue más difícil acercarse, entonces tiró la jeringa y ahorcó a Kocho por unos momentos, simplemente para dejarla débil, cuando parecía que ella iba desmayarse le quitó las manos del cuello, volviendo a tomar la jeringa y esta vez inyectarla, al poco tiempo de que Kocho se quedó dormida preparó todo para mudarse a un lugar bastante alejado donde estaba convencido de que nadie iba a encontrarlos.

Cuando Kocho despertó claramente estaba amarrada y desnuda, ya estaba en una cama que se sentía diferente a la anterior donde siempre había sido abusada, sin pensar más que en dónde estaba Douma sólo miraba al rededor pero todo estaba oscuro, hasta que las luces se encendieron lo cual hizo que Kocho gritara lo más fuerte posible, en ese lugar había un montón de cadáveres, con razón olía horrible, en la puerta estaba Douma mirándole tranquilo.

Douma: Aquí conservo las víctimas con las que más me encariñé.

Shinobu: ¿Vas a matarme...?

Douma: No, solamente quería que apreciaras tu nuevo hogar.