1.I know that you and I would've found each other

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, solo la historia y los personajes que no reconozcan. 

Natasha.

Todo comienza con el simple aleteo de una mariposa, y todo termina de la misma manera. Cuando menos lo pensamos, cuando más lo merecemos. En este caso, el aleteo fue más parecido a los motores de un avión que se encendía para demostrarnos que la guerra seguía adelante.

—Romanoff, Maximoff, ¿qué están esperando?

Rodé los ojos, pero me puse de pie. Habíamos tomado un breve descanso entre las diferentes maniobras de ejecución en tierra para comernos unos piroshkis, pero parecía que Dreykov no nos dejaría descansar.

—Terminamos de desayunar...

—La mayoría de nuestros camaradas no tienen ese lujo—rugió el hombre—Tenemos que hacer inspección lo antes posible, ¡Los malditos alemanes están encima de nosotros!

Esas palabras fueron suficientes para que nos pusiéramos de pie. Por inercia, mis ojos buscaron a Yelena por toda la pista, pero no estaba cerca. Fruncí el ceño, preguntándome a dónde podía haber ido. Esperaba que no se metiera en problemas o terminaría en el gulag. No podía permitir eso.

—Sobrevolaremos la ciudad por la tarde y las afueras de noche, cualquiera de las aeronaves que se encuentren en ese lugar serán derribados sin preguntas, a menos que se identifiquen primero, ¿está claro?

La flotilla de pilotos femeninas se habían reunido en la tienda. Hacía varios meses que habíamos dejado nuestros hogares para formar parte de las fuerzas armadas, cada una por sus propias razones. Desde el momento en que entré me había esforzado mucho para demostrar que podía ser la líder de la división.

—Romanoff, ¿qué pasará si algún avión es americano?—preguntó Wanda.

A pesar de lo mucho que habíamos trabajado para conseguir nuestra posición, seguíamos teniendo un comandante hombre: Alexei Shostakov, alguien a quien yo no le tenía especial respeto, pero debía pretender lo contrario.

—Nada, si están irrumpiendo en nuestro espacio aéreo sin permiso, también serán derribados.

—No podemos tocar ninguno de los cazas aliados, Romanoff—insistió Alexei—Las negociaciones siguen siendo muy débiles entre nuestros países a pesar de que peleamos en el mismo bando.

Aquello no era tan difícil como parecía, para un ojo experto, los aviones que usaban ambos países eran muy diferentes entre ellos, pero me parecía divertido ver a los americanos temernos.

—¿Qué tienen de especial los americanos?—preguntó Yelena, llegando despeinada y sin aliento a la reunión—He odio que el Camarada Stalin se reunió con su presidente, pero nadie sabe que es lo que han hablado.

Si alguien podía obtener información mejor que yo era Yelena, mi hermana había aprendido a pasar desapercibida desde muy pequeña. Mientras yo obtenía mi licencia de vuelo a los catorce años, ella se coronaba como una de las mejores espías de la KGB, apenas con diez. Una competencia que aún me tenía deseando demostrar que yo era la mejor de la dos.

—No es mucho lo que hay que decir—mencionó Shostakov, repentinamente nervioso—Son estrategias de guerra. A pesar del Invierno Rojo, los alemanes se siguen acercando a nosotros. Hitler no va a descansar hasta que haya conseguido dominarnos.

—¡NO LO VAMOS A PERMITIR!—dijimos todas al unísono, furiosas.

—Tiene como enemigos a media Europa, sus estrategias de batalla son buenas pero no suficientes—aportó Barbara, otra piloto—La facilidad con que hemos conseguido derribar los bombarderos ha creado el suficiente miedo para que nos llamen brujas y la reputación que tenemos nos precede.

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