20. So, even in a different life, you still would've been mine.

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, son de Disney y de Marvel. Solo la historia y los personajes que no reconozcan son míos. 

NOTA: Negritas en ruso

Steve.

Aquella noche lo cambio todo. Con Natasha entre mis brazos me sentía más completo, como si los horrores de la guerra por fin estuvieran lejos. Ahora, las mañanas parecían detenerse mientras la observaba despertar, los primeros rayos de sol se filtraban entre sus cabellos, dando la ilusión de que se encendían como fuego.

—Algún día voy a despertarme primero que tú—me amenazó al abrir los ojos, apoyándose sobre sus brazos para quedar encima de mi pecho—No es justo que me estés observando todo el tiempo.

Una enorme sonrisa cruzó mis labios, aferrándome a su cintura al mismo tiempo que la cubría de besos.

—No puedo evitarlo, tsarina...eres la mujer más hermosa—besé sus mejillas, su cuello y sus labios—Todavía no puedo creer que hayas regresado...

Sus labios se encontraron con los mios, una pelea de dominancia hizo que ambos gimieramos. Mis manos se deslizaron sobre sus piernas hasta que llegaron a su lencería, subiéndola sensualmente por su cuerpo.

—Somos reales, Steve—gimió, mordisqueando mi oreja.

Nos detuvimos de pronto al escuchar como Bucky y Yelena bajaban las escaleras con rapidez, discutiendo. En pocos segundos, uno de ellos aporreó la puerta de nuestra habitación.

—¡VAMOS A DESAYUNAR EN LA CASA DE REBECA!—gritó Bucky—¿VIENEN O QUÉ?

Ella se dejó caer sobre mi cuerpo, negando con la cabeza. No pude evitar echar a reír a carcajadas, contagiando a Natasha.

—¡YA! ¡SALGAN DE UNA VEZ! ¡LOS ESTAMOS ESCUCHANDO!—dijo Yelena, mientras su esposo soltaba un silbido.

Mi esposa bufó, pero terminó por levantarse después de darme un largo beso.

—Hoy va a ser un día muy largo—se quejó, mientras se desnudaba y buscaba su ropa con pereza—¿Por qué tuvimos que hacer un compromiso?

—Deberíamos tener una cita—solté, sin dejar de mirarla.

Natasha frunció el ceño, confundida.

—¿A qué te refieres? ¿Ahora mismo? ¡No podemos!—otro golpe en la puerta nos detuvo—¡YA SALIMOS, YELENA! ¡JODER! ¿POR QUÉ NO APRENDES A ESPERAR?

Me incorporé en la cama, frotándome los ojos.

—Podemos ir a una cafetería que conozco, hacer un picnic o ir a bailar...¿qué te gustaría hacer?

Mi esposa se acercó a mi, girándose levemente para que le subiese el cierre del vestido.

—Los americanos siempre tienen las mismas ideas—respondió, chasqueando la lengua.

Aproveché ese momento para acercarla a mi, tirando de su cuerpo hasta que quedó entre las sábanas.

—¿A qué otros americanos conoces, cariño?—pregunté, sin poder evitarlo.

Esta vez, su entrecejo se frunció con algo de incomodidad.

—A ninguno—se encogió de hombros—solamente a ti y a James—vio como se mordía el labio, nerviosa—no me hagas caso...debe ser muy extraño para ti, ¿no? Lo lamento.

Odiaba que se sintiera tan culpable por no poder recordar; quería decirle tantas cosas pero los médicos estaban en contra de eso. Todos los especialistas que habíamos visitado sugerían que lo mejor para ella era que recordara sola, pero no creía que nuestros temperamentos fueran capaces de aguantar aquello.

TimelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora