18. I would've read your love letters every single night

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, son de Disney y de Marvel. Solo la historia y los personajes que no reconocen son míos.

Natasha.

La noche era muy larga, pero yo no podría volver a dormir. Cada vez que cerraba los ojos, veía cuerpos a mi alrededor, pedazos desmembrados que solían personas, almas que yo debía conocer o recordar. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué yo seguía viva?

—¿Steve...?

Se había quedado dormido, probablemente llevaba mucho tiempo sin tener un sueño de calidad. Por varios minutos, solamente lo observé y sentí como mi corazón daba un vuelco, era el hombre más guapo que había visto. ¿Cómo se había casado conmigo? Era consciente de que yo era una mujer hermosa, pero no pensaba que tuviéramos mucho en común. Por más que intentaba forzarme a recordar, solo veía sombras en mi pasado.

—Tengo que levantarme, no puedo seguir aquí.

Aquella sensación de pérdida me oprimia el torso, no podía respirar y no quería despertar a Steve. Salí de la habitación lo más silenciosamente que pude, quedandome por unos momentos en el pasillo. No conocía esa casa, no sabía dónde estaba, pero eso no era una novedad. Desde que había abierto los ojos en Dinamarca me acostumbré a adaptarme a mi entorno.

—¿Natka?

La voz me sobresaltó mucho más de lo que esperaba, girando inmediatamente para encarar a Yelena. Ambas nos quedamos en silencio por varios segundos, evaluando a la otra. Tuve que cerrar los ojos pues una extraña sensación de deja vú me invadió.

—¿No deberías estar dormida, Lena?

De pronto no estaba allí, éramos dos niñas en el frío de Siberia. Había salido por un vaso de leche caliente, pero la encontré en el camino intentando escuchar lo que decían en la habitación de nuestra madre.

—Mi mamá y Alexei van a casarse...los he estado escuchando—decía mi hermana—¿Crees que tendremos un nuevo papá?

Un frío me recorrió todo el cuerpo, abriendo los ojos y encontrándome con la mirada de mi hermana.

—Agradezco que seas mi hermana...Lena—dije en un susurro.

Me sorprendió que ella diera el primer paso, lanzándose a mis brazos. Apenas alcancé a atraparla cunaod lo hizo.

—No sabes lo dificil que fue todo esto sin ti, Natka—sollozó—¡Has vuelto!

Negué con la cabeza, no quería darle falsas esperanzas pues apenas comenzaba a percibir algunas cosas que tenían sentido en mi cabeza.

–Eres lo único de lo que estoy segura...—terminé por decirle, las dudas me seguían abrumando y no podía entender que era verdad—¿Por qué viniste a América? ¿Qué es lo que te hizo cambiar de opinión?

—James y Dreykov—dijo con seguridad—No podía seguir siendo una espía—tomó aire—desde que era niña, mi vida nunca había sido mía.

—Comprendo como se siente eso...

—¿Quieres un té?—me preguntó abruptamente—Creo que yo tampoco podré dormir en lo que queda de la noche y tal vez yo pueda ayudarte a poner en orden tus recuerdos.

Mi rostro se iluminó por completo ante la idea. Peggy me había ayudado mucho, pero nadie me conocía como Yelena. Si alguien podía saber que era lo que viví y porque no era capaz de recordar tenía que ser ella. Tomé su mano entre las mías con naturalidad, dejando que ella me dirigiera hasta un pequeño solario que daba al jardín.

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