8. We would have been timeless

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertencen, son de Disney y de Marvel, solo los personajes que no reconozcan y la historia son míos. 

Natasha.

No sabía si habían pasado semanas o días desde aquella bofetada. Jamáspensé que me dolería golpear a alguien, o pretender que no lo soportaba cuando todo lo que quería era un futuro con esa persona.

—¿Estás segura de esto?—mi hermana rompió mi cadena de pensamientos.

Me sentía como el primer día en que nos habíamos conocido, pero al mismo tiempo era completamente diferente. De nuevo, me calzaba las botas de trabajo ante la vista inquisidora de Yelena y Wanda.

—¿Desde cuándo eres la persona que más duda entre nosotras, Lena?—dije, sin poder evitar la burla en mi voz—¿No decías que la vida no era vida si no estaba llena de riesgos?

—Creo que empezaré a retractarme—negó con la cabeza—No eres consciente de todo lo que estás jugándote al salir a buscarlo durante la noche.

Encogí los hombros, había revisado mil veces nuestra habitación hasta asegurarme que no tuviésemos micrófonos en ella, pero aún así no era capaz de hablar con libertad. Había vivido con tanto miedo de ser asesinada por mis opiniones, que probablemente jamás encontraría mi verdadera voz.

—No tiene nada de malo que revise a Liho en el hángar—dije, frotando mis manos por encima de los guantes—Es algo que cualquiera de nosotros podía hacer, ¿no? Al general Dreykov le encantará la idea de que su futura esposa no deje de trabajar.

—¡Para de decir eso!—se quejó Wanda—Aún podemos hacer muchas cosas para evitar que ese matrimonio se consume.

—Me obligarán a hacerlo, a menos que ese hombre sea eliminado.

—Ya pensaremos en algo...—dijo Yelena, cerrando los ojos—Ahora vete antes de que tu soldado se aburra de esperarte.

Alcé una ceja.

—¿De qué soldado hablas, hermanita? Yo solamente voy a revisar mi aeronave.

Aún escuchaba sus risas en mi cabeza cuando llegué al hangar. Inspeccioné el lugar con la mirada, no había nadie. Conforme pasaban los días y la guerra solamente parecía extenderse, los soldados buscaban escapar de cualquier actividad que no fuera ordenada por nuestros superiores, de preferencia perdiendo los horribles recuerdos de esto en el fondo de una botella de alcohol.

—¿Por qué tan sola, Romanoff?—dijo una voz en mi espalda—Si estabas buscando calma para trabajar, estás en el lugar equivocado.

Giré lentamente, sin poder evitar la sonrisa que se extendía en mis labios. Steve se había apoyado sobre mi aeronave, los brazos cruzados encima de su camiseta blanca. No tenía idea si se rasuraba con regularidad, pero a mi me gustaba aquella barba que portaba desde que tiré su avión.

—A mi no me parece que sea el lugar equivocado...—dije, relamiéndome los labios.

—¿Revistaste que no hubiera nadie más?

—¿Acaso me tomas por estúpida?—cuestioné, ladeando la cabeza.

En vez de responderme, se lanzó hacia mi. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando ya me tenía aprisionada contra la maquinaria, enrollé mis manos alrededor de su cuello y solté una risita nada propia de mí. ¿Qué carajo me estaba haciendo Steve Rogers?

—Eres la mujer más inteligente que conozco, corazón—dijo con honestidad, besando la comisura de mi labio—Y una de las mecánicas más hábiles en este planeta.

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