22. What a shame she went mad. No one likes a mad woman.

116 19 4
                                    

Disclaimer: Los Vengadores no me pertencen, son de Disney y de Marvel. Solo la historia y los personajes que no reconozcan son míos. 

NOTA: Negritas en ruso.

Natasha.

Las cosas se empezaron a salir de control después de unas cuantas sesiones con Strange. Ni siquiera pude procesar la idea que Peggy me había metido en la cabeza, porque no era lo más importante en mi vida.

—No considero bueno que se involucre en ningún empleo ahora—había dicho el doctor Strange—Lo mejor es que comience a adaptarse a la vida americana, con eso es suficiente para ella.

Bufé, odiaba que estuviesen hablando de mi como si no estuviera presente, o peor, como si tuviera tres años. Apreté las uñas alrededor del brazo de Steve, quien solamente me sonrió con dulzura. Entendía que estaba preocupado, pero algo me decía que yo no iba a soportar quedarme en casa como una típica ama de casa.

—¿Qué más podemos hacer?—cuestionó Yelena, dispuesta a sacarle una cura al doctor por las buenas o por las malas.

—Solo queda esperar, ahora que ha tenido regresiones yo confío en que el proceso de Natasha será más rápido que el de otras personas en su condición.

Fruncí el ceño, ¿cómo podía explicarles que no estaba discapacitada o desahuciada? Las pesadillas que tenía gracias a las regresiones no ayudaban en nada pues me tenía excesivamente irritable.

—Entonces, lo veré la siguiente semana—dije, cerrando la conversación—Gracias por todo.

No quería estar ni un momento más en ese consultorio que solo me hacia sentir prisionera de mi propia mente. Steve no me soltó de la mano, casi parecía que salíamos de una cita y no en una consulta médica.

—¡Nosotros nos vamos!—fue la despedida de James, que también nos había acompañado—¡Tenemos una cita en el campo de beisbol y no podemos faltar!

—¡Quiero que quede anotado que yo no quería ir!—gritó Yelena—¡Todo esto es en contra de mi voluntad!

Escuchamos sus carcajadas mientras subían al tranvía, pero nuestro humor todavía estaba demasiado oscuro por la sesión con Strange. Mi esposo y yo seguimos nuestro camino por las calles de Nueva York, hasta llegar a la orilla del Hudson donde nos sentamos, con los pies colgando dle puente.

—No me gusta que James y Yelena vengan conmigo—confesé, mis ojos fijos en el agua, tratando de encontrar algo más que oscuridad—Siento que es demasiado personal...

Steve me miró con el entrecejo fruncido, claramente preocupado. Tomé su mano, y tiré de su brazo hasta que estuvo encima de mi hombro Su peso encima de mi causaba una sensación de seguridad que no cambiaría por nada.

—¿Te gustaría venir sola a las citas con Strange?—me preguntó, después de unos minutos de silencio—puedo esperarte aquí mismo, se ha convertido en uno de nuestros lugares, ¿no?

—Quiero que tú vengas conmigo, solo tú—puntualicé—Nadie más. Eres la única persona a la que le puedo confiar mis demonios.

Mi esposo sonrió, sin palabras ante mi devoción. Mis mejillas se tiñeron de rojo al darme cuenta que no muchas veces expresaba lo que realmente sentía por él, así que me apresuré a encontrarme con su rostro, rozando mis labios con los míos.

—Te amo, Natasha—respondió entre mis labios.

Nos besamos un rato más, envueltos en el otro, hasta que oscureció. Volvimos a la casa caminando, disfrutando como la ciudad se transformaba, pero nunca dormía. Cenamos ligero, nos merecíamos algo dulce después del rato tan amargo que significaban las regresiones y finalmente se quede dormida en sus brazos.

TimelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora