2. These precious things that time forgot

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Steve.

No podía creerlo. Parpadeé varias veces, mi mirada pasando desde la pelirroja hasta mis superiores.

—¿Es verdad?—pregunté sin aliento. La chica bufó, las que estaban detrás de ella soltaron varias risitas. Junté ambas cejas, dándome cuenta de quienes estaban frente a mi—¡Eres una de ellas!—exclamé—¡Una de las Brujas de la Noche!

Alzó una ceja.

—¿Por qué eso suena sospechosamente a una acusación?—preguntó.

Me ruboricé inmediatamente, mis amigos ya no podían contener las carcajadas, hasta que nuestro general de batallón los silenció con la mirada. Estreché la mano para saludarla, haciendo que la pelirroj ame fulminara con la mirada.

—Disculpa, solamente estoy sorprendido...mi nombre es Steve Rogers.

—Natasha Romanoff—dijo ella con sequedad—¿Cómo te sientes?

—No es mi primera caída, pronto todo estará bien.

—Qué bueno, porque tenemos mucho que discutir.

Ese fue le fin de nuestra interación; Natasha dio unos pasos para atrás y terminó por cruzarse de brazos; poniendo atención a lo que hablaban nuestros generales.

—Visión, ¿qué era lo que tenías que decir así que ahora tenemos a Rogers de nuevo en el mundo de los vivos?—preguntó Stark.

Una de las chicas me sonrió, estaba seguro de ello, pero yo solo tenía ojos para Natasha. Era muy guapa, no lo negaría; pero mi cabeza no dejaba de dar vueltes al hecho de que había sido una mujer la que derribó. ¿Desde cuándo me había vuelto tan malo?

—Las tácticas que tenemos funcionaron por separado, batallones—dijo Visión—pero no estamos seguros de que podemos hacer algo diferente. Las fuerzas en tierras siguen luchando en el frente y las prácticas conjuntas tendrán que se reducidas a unos cuantos días.

—Lamento decirles que no tendrán mucho tiempo para recuperarse, yankees—dijo el jefe de los rusos, con burla—se acostumbraran. Camaradas—dijo viendo a las chicas—espero que aprendan la importancia de jugar en equipo.

—Ojalá fuera un equipo que valiera la pena—respondió una de las rubias, entre dientes.

—Pueden retirarse, camaradas—les informaron.

—Ustedes también, soldados—dijo Stark—Vayan a descansar, dios sabe que lo necesitan anto como yo.

Ambas cuadrillas nos retiramos. Me sentía tan cansado que comenzaba a dolerme la cabeza; lo único que podía imaginar era mi cama en Brooklyn, pero me encontré con la triste barraca donde nos hospedábamos.

—Creo que ver a la Viuda Negra le dio una especie de shock—se burló Clint—¿Trajiste lo que le llegó?Quizá con eso podamos recuperarlo...

Mis dos amigos se habían sentado en la barraca frente a la mía; viéndome fijamente. Yo tenía la boca abierta, aún procesando todo lo que había escuchado en la última media hora.

—¿Ella es la Viuda Negra?—fue lo único que decir.

De nuevo, mis amigos estallaron en carcajadas. Me llevé las manos a la cabeza, frotándome las sienes con molestía.

—No puedo creer que sea lo que tengas en la cabeza, cuando fue tremenda mujer la que te bajó del cielo...literalmente.

Cansado, me dejé caer en la barraca.

—¿Qué era lo que tenían para mí?

—Una carta de alguien muy especial para tí.

Sonreí, pensando que seguramente era de mi madre. La extrañaba bastante, pero procuraba no escribirle en este tiempo para que no se preocupara demasiado. Le había prometido que volvería y llegaría hasta las últimas consecuencias para cumplirle.

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