19. The kinda love that you only find once in a lifetime

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertencen, son de Disney y de Marvel, solo la historia y los personajes que no reconozcan son míos. 

NOTA: Negritas en ruso. 

Natasha.

Las cosas en mi vida cambiaban a una velocidad tan abrumante que no alcanza a entenderlo del todo. Steve y yo retomamos nuestra relación, pero notaba que no era del todo como él quería.

—¿En qué piensas, tsarina?

El soldado rubio me miraba con los ojos llenos de amor y anhelo, yo sabía exactamente lo que deseaba, estrujándome un poco más el corazón cada vez que hablaba con él. Steve necesitaba que yo lo recordara, como lo había hecho con Yelena, con algunos fragmentos de mi vida y sobre todo, con la guerra.

—En Stalingrado—respondí, viendo fijamente mi taza de té.

Depositó un suave beso en mis cabellos, antes de sentarse a mi lado.

—¿Sigues con las pesadillas?—me preguntó, frunciendo el ceño—No he notado que te levantes de la cama en la última semana.

Tres meses habían servido para que me convirtiera en una maldita mentirosa. No tenía el valor para decirle a Steve que no lo recordaba, o que las sesiones hipnóticas con el terapeuta solo conseguían revivir viejos terrores así que pasaba las noches en vela, con las manos entrelazadas sobre el estóamgo, mirando el techo de la habitación.

—No es eso...—retorcí las manos en mi regazo, buscando una respuesta adecuada—¿Sabías que se están formando grupos de veteranos de la guerra? ¿Para hablar de lo que hemos pasado?

Steve ladeó la cabeza, confundido.

—¿Quieres ir a uno de esos?

—¿Por qué no?—rebatí—Sería una buena idea conocer a otras personas que hayan vivido lo mismo que yo.

—Nat, cariño...—había una condescendencia en su voz que no me gustó para nada—Casi todos los que asisten a esos grupos han perdido un brazo o una pierna, una parte de ellos mismos. No creo que sea buenua idea tomar un espacio en sus lugares.

Fruncí el ceño, luchando por no molestarme.

—Yo también perdí una parte de mi, Steve—le dije con seriedad—Tal vez no la veas, pero algo que estaba en mi cerebro ha desaparecido, no podemos pretender que eso no ocurrió.

Me puse de pie, moviendo la taza lejos de mi. Iba a refrescarme en el sanitario, necesitaba aclarar mi mente para no pelear con Steve; pero él me tomó por la muñeca, atrayéndome con cuidado a su cuerpo.

—¿Por qué no empiezas hablando con Bucky?—me preguntó—Después de lo de su brazo, ha estado pensando en ir; no se ha atrevido...tal vez ambos podrían sentirse más comprendidos si hablan entre ustedes.

Asentí secamente, no supe que decirle. Steve notó mi angustía, porque me besó de lleno en los labios, consiguiendo efectivamente distraerme y hacer que suspirara. Sus besos se sentían familiares, mi cuerpo definitivamente no se había olvidado de como reaccionar a él.

—Steve...—gemí, cuando sus besos comenzaron a bajar por mi garganta—¡No podemos hacerlo aquí! ¿Qué pasará si Yelena y Bucky nos ven?

Mi hermana y su esposo intentaban buscar una casa propia, pero hasta ahora no tenían éxito. Influía mucho que los consideraban solamente un discapacitado y una extranjera, no esperaban que fueran capaces de pagar un préstamo.

—No es como si no lo hayan hecho antes...—provocó—O yo a ellos...

Me sonrojé profundamente, separándome de él y sentándome en el sofá. Steve me miró con extrañeza, antes de quedarse a mi lado. Por lo que Yelena me había contado, yo solía ser una mujer estoica que nunca se sonrojaba y limitaba las expresiones a los lugares solitarios o donde me encontraba con personas de confianza. Respiré profundamente, alejándolo un poco e intentando recomponerme.

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