Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, son de Disney y de Marvel; solo la historia y los personajes que no reconozcan son míos.
NOTA: Negritas es ruso.
Natasha.
No podía creer lo que me estaba diciendo. Apreté los puños sobre mi regazo, parpadeando varias veces para poder controlarme.
"Las niñas buenas no lloran, Natka".
Aquella dulce voz había estado sonando en mis pesadillas, mas de una vez me sacó de ellas. Estaba casi segura que se trataba de mi madre, pero no había forma de comprobarlo a menos que recordara o que Yelena me dijera la verdad.
—¿Cómo te atreves a decir eso, Yelena?—solté, poniéndome de pie, había sido suficiente—¡No sabes lo que he sufrido!
—¡Y tú no sabes lo que yo he sufrido! ¡Si te estoy diciendo que no debes recordar es por algo!
Ambas nos habíamos puesto de pie, enfrentadas. Sentí un escalofrío recorderme la espalda cuando me di cuenta que no era la primera vez que pasaba. Probablemente esto había ocurrido por toda mi vida, ¿cómo había podido pasar los últimos meses siendo una persona que se alejaba de las batallas?
—¿Por qué te metes en mi vida?—le reclamé—¡Tienes la tuya! ¡Tienes a tu esposo! ¡Déjame encontrar mi lugar! ¡Quiero saber a dónde pertenezco!
Después de mis palabras, se hizo un silencio casi doloroso. Yelena no pudo soportarlo más, girando sobre sus talones y saliendo de la habitación. Se mudaron esa misma noche, mi hermana ni siquiera se despidió de mi, por más que rogué en su puerta.
—Necesita tiempo, Tasha—me dijo James, intentando consolarme—Además, no es bueno que estemos juntos todo el tiempo...somos dos parejas casadas que necesitan divertirse sin escuchar a los demás.
Sabía que intentaba hacerme reír, pero no lo estaba consiguiendo. Solamente sentía una tristeza apabullante mientras lo veía mover cajas con las pertenecías de mi hermana. Me fui al jardín, desesperada por un poco de aire fresco y Steve no tardó en alcanzarme.
—Ven aquí, mi tsarina...
Como pasaba últimamente, sus palabras fueron suficientes para que me desmoronara. Me aferré a sus brazos, sollozando con tanta violencia que se me doblaron las rodillas y ambos caímos al suelo.
—¡Quiero recordar! ¡Carajo! ¡Es lo único que quiero en este momento!
Desesperada, golpeé el pecho de Steve con los puños y él me dejó. Tenía la certeza completa de que me amaba con toda su alma, no creía que una persona fuera capaz de tolerar todo esto si no fuera por amor.
—Lo siento, lo siento tanto, mi amor—Steve me abrazó con más fuerza cuando me cansé de golpearlo, besando varias veces mi frente y mis mejillas—Daría mi vida porque no hubieras sufrido nada de esto, porque fueras feliz...
Negué violentamente, tomando su rostro entre mis manos y acariciando sus mejillas. La barba le había crecido desde que nos separamos en la guerra, había intentnado quitársela pero yo no quise, me gustaba como se veía y simbolizaba un nuevo comienzo para nosotros.
—No puedo ser feliz si no estás tú.
Sonaba desesperada, e incluso patética, pero estaba hablando con el corazón. Steve se había convertido en mi fortaleza.
—Ya no llores, mi tsarina...solucionaremos todo esto y estaremos juntos para toda la vida.
—Y después también—dije, sonriendo mientras me limpiaba una lágrima—Te volví a encontrar en medio de todo este torbellino, así que no pienses que te voy a dejar ir tan fácilmente.
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Timeless
Romantizm1942. Las brujas de la noche, un grupo de pilotos que han derribado cientos de aviones alemanes cometene el error de tirar tres caza Americanos. Steve Rogers, reconocido piloto conocerá a Natasha Romanoff, y su vida dará un giro que jamás esperó. ¿P...