XVII. Botín

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Con el viento pasando por su cabello al igual que por las velas, Venia observó el paisaje en silencio

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Con el viento pasando por su cabello al igual que por las velas, Venia observó el paisaje en silencio. Su estancia en La reina de los condenados era solitaria, Lyzanthir no le acompañaba tanto como le gustaría y eran muy pocos los tripulantes que se dirigían a ella con respeto, la mayoría la ignoraba, pero Gia, la médico, siempre iba detrás preguntándole sobre cosas de la academia. Era habladora, vivaracha, una adorable persona, pero hablaba de matar con demasiada naturalidad y pronto Venia decidió que no debía ser demasiado abierta con ella. Aun así, cuando Gia se dio cuenta que el vestido de Venia estaba siendo algo insoportable de llevar, le regaló ropa, pantalones cómodos y una blusa bonita.

Luego estaba el resto de tripulantes, que no eran más que algunos interesados en meterse bajo sus faldas, que ella rechazaba a todos, eran unos salvajes que parecían no estar acostumbrados a ver una mujer. Pero Venia era cautelosa ahí, estaba por Lyzanthir, aún inquieta por todo lo que había escuchado y visto de él, la pobre mujer seguía preguntándose qué había pasado con el amigo que conocía.

No era el mismo, ese elfo con el que Venia creció no volvería a ser nunca el mismo, pero ¿alguna vez había existido? ¿Fue la corrupción quien se lo quitó, o Lyzanthir sólo fingió todo éste tiempo? Sabía que su amigo nunca fue una buena persona, siempre careció de empatía para muchas cosas, pero jamás fue... malo.

A esas alturas, Venia estaba segura que todo lo que ocurrió en La torre de investigación aquella fatídica noche fue culpa de Lyzanthir. Que las lágrimas que mancharon su hombro cuando se sentó con él a consolarlo en la unidad médica, fueron falsas; que sus lamentos y los perdones que envió personalmente a los heridos y familiares de fallecidos, fueron una mentira como todo lo demás.

La pregunta era el por qué.

¿De verdad era solo por poder? ¿Por algo tan nimio?

"Nimio para ti" se imaginó que le diría Lyzanthir, y quizás era ella quien no entendía razones, porque juzgaba desde su vida y punto de vista, dónde la magia no era más que una herramienta que todos tenían, al fin y al cabo Venia Valaris era una hechicera de buena familia, pero su destino siempre estuvo libre para ser lo que gustase: su única labor era seguir la línea de su familia, pese a que tuviese tres hermanos más. En cambio, Lyzanthir venía de los Enneiros, ancestral línea de elfos que por millones de siglos se habían encargado de la seguridad de La Fosa, de las leyes impuestas en tierra, y aunque tuviese tíos y éstos a su vez tuvieran hijos, Lyzanthir era único en su clase. Línea principal, su sangre bullía de poder y renombre, desde que nació su destino estuvo marcado por una única cosa y era la de perdurar.

En algún futuro dónde nada se rompió como ahora, Lyzanthir sería el mejor de los alumnos de toda la academia, futuro general de La Fosa tal y como lo fue su padre, conocería a una buena pareja con quien se casaría y tendría hijos que seguirían la línea sucesoria, el poder de la sangre Ennhëira. Para Venia siempre fue una pena que Lyzanthir y Friedrich jamás fueron una opción para juntar según sus familias, la unión en matrimonio de un Enneiros y un Astra habría sido maravillosa para Paream, pero eran incompatibles: la sangre Enneiros no debía mezclarse con nada que no fuesen elfos.

La condena de los malditos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora