🔥 Capítulo 12 🔥

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Apariencias

Artemisa Morelli

He pasado todo el día en el almacén cambiando las rutas de mis cargamentos, todo para poder despistar a la maldita viuda, hace varios minutos que nos encontramos en carretera, deseo llegar a la casa y quitarme toda la tensión que llevo dentro con un buen baño de agua caliente.

― Necesito que hagamos esto con mucho cuidado.― Alfredo asiente mientras sostiene el volante.― Esa perra caerá, de eso no me cabe duda.

― Usted no se preocupe, me encargaré personalmente de que las cosas salgan como ha ordenado.― detiene la camioneta en la entrada de la casa.

Me acerco a Alfredo, lo sostengo por el cuello con mis delicadas manos, Alfredo y yo llevamos teniendo sexo desde que ingresó a trabajar conmigo, aproximadamente hace tres años, desde entonces me folla cuando quiero, sospecho que sienta algo más allá que deseo sexual, pero sabe que es imposible conmigo.

― Te esperaré más tarde en la cabaña cerca del lago.― muerdo el lóbulo de su oreja y me alejo para salir de la camioneta.

Mi casa es enorme, cuenta con la mansión principal, es donde vivo yo con mis hijos y Alessandro, otra casa aparte con varias habitaciones para mis hombres de seguridad y una cabaña retirada, también hay un lago y otras áreas naturales.

Hice una buena elección al comprar este lugar, todo está bien distribuido, yo misma diseñé lo que deseaba, con dinero y relaciones mi sueño fue hecho realidad. No me arrepiento de acostarme con Alfredo, todo lo contrario, me gusta que me coja bajo la luz de la luna, entre las cuatro paredes de esa cabaña, donde los árboles, la oscuridad y las estrellas son testigo del deseo, pasión y lujuria que nos rodea.

Aitana corre por toda la casa detrás de Apolo, al verme se detienen, por su complicación en el corazón no es bueno que haga actividades bruscas, no me gusta que corra, ni reciba sustos, trato de mantenerla en un ambiente de paz total.

― Mami, juega con nosotros.― me mira agitada con una tierna sonrisa en sus labios.

Le quito los carritos de Apolo y detengo a mi hijo para que deje de correr como loco por toda la casa.

― Sabes bien que Aitana no puede correr.― le extiendo sus juguetes para que los lleve a su habitación.

― Lo siento mami, pero Alessandro nos dio el permiso de jugar.― tenso la mandíbula al escuchar que Alessandro ha permitido tal cosa.

― Sube a tu habitación a darte un baño, estás hecho un asco con todo ese sudor.― quito los mechones rebeldes de su frente.― Y tu Aitana subirás a darte un baño como también a dormir.

Ambos suben hacia sus habitaciones a regañadientes, la señora encargada de cuidarlos sube detrás de ellos para hacerse cargo de lo que he ordenado. Alessandro y yo tenemos mucho de que hablar, odio que pasen por alto mis órdenes, aquí se hace lo que diga y punto, no es un tema que esté en discusión, eso lo sabe a la perfección.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora