Capítulo 25

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¡Qué empiece el juego!

Artemisa Morelli

Desde que vi a Atenea hace dos semanas mi humor ha sido todo una mierda, no puedo creer que esté viva, me aseguré de mandarla al más allá y parece que ni ahí la han soportado. El idiota de Alessandro no ha hecho más que babear por su regreso, aunque no lo haga en mi presencia, sé que lo hace.

Todo se ha ido a la mierda, lo que más me tiene preocupada es la salud de mi hija, me ha dolido tener que darle la custodia de Apolo a Artemis, pero ha sido necesario para poder cuidar de mi hija en su proceso de salud.

Las cosas en mi organización cada vez van más a la deriva, sé que todos esos problemas tienen un nombre y es el de Atenea, en los últimos días he perdido mucho dinero, dinero que no he tenido manera de volver a obtener. La muy idiota sabe como hace sus cosas, tiene claro los pasos que debe dar para joderme y le están saliendo de maravilla.

― Tenemos problemas.― Alessandro entra a mi oficina con una cara de angustia, he pasado todo el día metida en mi oficina en busca de soluciones.

― ¿Más?― pregunto con ironía.― Nada más hizo esa perra aparecer para jodernos la vida a todos.― suelto el lápiz que tengo en mi mano de mala gana.

― Debemos ir al almacén, piden que veas personalmente lo que sucede.― me levanto con fastidio, tomo mi bolso y mi arma por seguridad.

― Debo cambiar de personal, los que tengo son unos ineptos que no saben trabajar.― paso por el lado de Alessandro y camino hacia mi camioneta.

Alessandro sube en el asiento del piloto, mientras que yo me voy en el asiento del copiloto, dos camionetas más blindadas van detrás de nosotros por seguridad. Alessandro se mantiene concentrado mientras conduciendo, no dice nada, solo se limita a conducir.

― ¿No te dijeron al menos de qué se trata?

― En lo absoluto, no dijeron nada más.― aprieta el volante.― Deduzco que debe ser bastante grave, ya que siempre informan lo que sucede sin necesidad de que vayamos.

― Creo que debemos buscar la manera de cambiar todo el negocio, Atenea no puede ser más lista que nosotros.― con mis dedos me doy varios toques en la cabeza por culpa de frustración.

― Siento decírtelo, pero la realidad es que es más inteligente que nosotros, aunque te duela.

No digo nada más, dejo caer mi cabeza hacia atrás y espero a que lleguemos, después de varios minutos de carretera Alessandro detiene la camioneta en la entrada del almacén. Las demás dos camionetas se detienen detrás de nosotros, bajamos de ellas y entramos al lugar.

― ¿Qué es lo que sucede?― le pregunto a los tres hombres que permanecen delante de mí.

― Han enviado esto para usted.― señala una enorme caja blanca con un listón de color rojo.

Alessandro saca una navaja y corta la envoltura, con la misma cuchilla quita los tornillos que aseguran los extremos de la caja, una vez que estos caen al suelo abre la tapa de golpe, lleva la mano a su nariz.

Un olor putrefacto sale de la caja, me acerco y no puedo creer lo que mis ojos están viendo, dentro de la caja permanecen las cabezas de mis dos hombres, hombres que eran de mi confianza y trabajo para mí desde hace años, ambos tienen un impacto de bala en medio de su cabeza.

― Está en estado de descomposición.― Alessandro se aleja de la caja por culpa del mal olor.

Me alejo de la caja con una mano en la nariz, el olor es asqueante, siento como mi estómago se contrae por las náuseas, no dejo de mirar la caja, he perdido a dos de mis grandes hombres y eso no es nada bueno.

― Saben lo que deben hacer con esto.― señalo la caja, asienten y la sacan del lugar.

Lo llevan al pequeño cementerio que tenemos para sepultar a aquellos que pierden la vida de esa manera o son asesinados en peleas de mafia. Tendré que darle una suma de dinero a la familia de los afectados, en la semana se los haré llegar.

― ¡Perra, mil veces perra!― me siento frustrada en este momento, me ha dado un golpe muy bajo y en estos momentos no tengo idea de qué hacer, nunca llegué a pensar, iba a joderme de esta manera.

― Este ha sido un golpe muy bajo.― Alessandro echa desinfectante en sus manos, las seca y huele una vez más para asegurarse de que estén completamente limpias.

― De ante mano te lo digo, si deseas irte detrás de ella como un perrito faldero, adelante tienes la puerta abierta para hacerlo.― le señalo la puerta con una de mis manos.― Pero puedes tener por seguro que serás un enemigo más.― paso por su lado para dirigirme a mi oficina.

Camina detrás de mí, todavía seca sus manos.

― Atenea me odia, para ella, tanto tú como yo somos sus enemigos, ir detrás de ella sería darme un tiro en la cabeza.

― Pues entonces deberás ayudarme a joderla, porque no la tenemos nada fácil.― abro la puerta de mi oficina.― Menos ahora que se ha aliado con uno de los mafiosos más poderosos de todo el norte de Italia.

¡Dios, qué dolor de cabeza me da toda esta situación!

― ¿Qué vamos a hacer entonces?― toma asiento en mi silla, da vueltas de un lado a otro en busca de entretenimiento.

― No lo sé, pero algo se me debe ocurrir.

― Hay algo que no te he dicho.― toma un bolígrafo y lo presiona del escritorio para que este provoque un sonido que solo así sabe hacer.

― ¿Otra mierda más?― ruedo los ojos y paso a servirme un vaso de whisky para calmar la ansiedad que me produce todo esto.

― Dania se escapó anoche del club.― me detengo al escuchar lo que acaba de decirme.

― ¿Cómo que se escapó?― dejo la botella de whisky sin abrir, como también suelto el vaso.

― Se deduce que se escapó, ya que no hay rastro de ella en el club desde anoche.

Lo que me faltaba, Dania, para rematar, pero maldita la hora en la que no fui yo quien acabó con la vida de Atenea.

― A ella la ayudaron a salir del club, teniendo tantos años en el club, nunca había escapado, estaba amenazada, Dania no es tonta.

― ¿Quién pudo haber sido?

― Eso es más que evidente, Domenico y Atenea, estoy casi segura de eso.― mil veces maldigo la hora en que esa idiota reapareció en la vida de nosotros.

― Otro problema más que se agrega a la lista y este es más grave que el otro.

― Dania tiene mucha información que puede acabar con mi negocio como proxeneta, deberemos cambiar los burdeles, mover todo a otro lado.

― Eso conlleva tiempo y eso es lo menos tenemos, lo más probable es que Dania ya haya abierto la boca con su hermano.

― Si sabe lo que le conviene, no lo hará.

Solo hizo llegar Atenea para que todo se me vuelva patas arriba, no hay un solo día que no reciba problemas, sabe lo que hace, pero no le daré el placer de verme destruida, aunque todo lo que está haciendo me está volviendo loca, seré más inteligente y buscaré algo que le dé donde más le duele, pero sobre todo cuando menos se lo espere.






Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora