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Sobre la mesa
Atenea Morelli
Me quedo por varios segundos analizando todo lo que está sucediendo dentro de mi organización, Adam me mira asustado en espera de mi reacción, siento como mi sangre hierve de la rabia, Adriano me mira, observa cada uno de mis movimientos.
― Mi señora, sé que he cometido un grave error, pero podemos solucionarlo.― intenta buscar la forma de que no le arranque la cabeza, las ganas de hacerlo no me faltan.
― ¿Sabes por qué no te corto las manos?― se tensa al escuchar mi pregunta.― Por la sencilla razón de que eres mi hombre de confianza dentro de este almacén, también por ser la primera vez que me fallas.― camino nuevamente hasta mi escritorio.
― Le pido perdón por mi error, le prometo que no volverá a suceder.― intenta arrodillarse, pero lo detengo.
― Nunca intentes humillarte delante de nadie, ni siquiera de mí que soy tu jefa.― tomo de mi bolso una caja de cigarros.― ¿Esas dos ratas siguen aquí?― meto el cigarro a mi boca sin encenderlo.
― Sí, lo tenemos en la habitación de tortura.― asiento con el cigarro entre mis labios.
Camino hacia la puerta, Adriano me sigue, como también Adam.
― Vamos a darle un regalito a estos dos hijos de puta.
Antes de salir de mi oficina tomo mi arma, todo se encuentra en orden como siempre, las pistas de aterrizaje con los jets privado en orden y preparándose para enviar cargamentos a donde están destinados.
― ¿Estás segura de esto?― Adriano me detiene.
― Más que segura, no puedo dejar esto así.― meto mi arma en la parte baja de mi espalda.― Lo más probable es que sepa donde estamos ubicados, lo que quiere decir que debemos mudarnos de lugar antes de que venga a jodernos.
― Pienso que no debemos adelantarnos, estas ratas tienen una semana trabajando para nosotros, no es mucha la información que pudieron haberle dado.
― Artemisa no es tonta, sé que las personas que envió son los más eficientes que tiene, alguna información importante debe de tener, algo que puede joderlo todo.― nos detenemos en la puerta de la habitación de tortura.
No me gusta la violencia, pero algunas veces debo recurrir a ella cuando hay ratas en el camino, esta habitación es destinada para el trabajo sucio, nunca suelo hacerlo yo, pero este es un caso especial, requiere de mis habilidades y no pienso poner resistencia para hacerlo.
El panorama que ven mis ojos al entrar a la enorme habitación es ver a los dos hombres sentados en una silla en medio de la habitación. Una cuerda amarra sus manos y pies para que no intenten escaparse, la sangre les corre por toda la cara, mis hombres ya le han dado parte de sus regalos.
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Sed de poder
RomanceAtenea lucha durante años por obtener poder y posicionarse en el mundo de la mafia, mundo en el cual es toda una diosa, se apoda como la viuda, pero solo tiene un objetivo. Ese objetivo es destruir a Artemisa, calcula sus pasos, sabe donde y cuando...