Capítulo 34

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No hay mal que por bien no venga

Atenea Morelli

Me he mantenido en todo momento en mi lugar, no he llorado, mucho menos he intentado hacer algo estúpido, debo demostrar que tengo el control de la situación en todo momento. Aunque por dentro esté hecha mierda, siempre me he repetido a mí misma que solo yo tengo el control de mis emociones, nadie más tiene ese derecho.

Mientras permanezco esposada en la pequeña y fría habitación, un hombre un poco mayor entra a la habitación, tiene un uniforme policial distinto al de los demás, imagino que debe ser el superior de todos.

― No tengo todo el día y quiero perder el menor tiempo posible.― toma la silla que se encuentra frente a mí, deja caer todo el peso de su cuerpo sobre la misma.

Levanto el mentón y me detengo a verlo, creo haberlo visto en alguna parte, solo no logro recordar en donde fue.

― Compartimos la misma opinión, no quiero perder el tiempo y creo que ya he perdido bastante.― observo todo lo que se encuentra alrededor de mí, incluyéndolo a él.

― Tienes una orden de arresto por narcotráfico y otras acusaciones más.― su tono es serio, por la manera en que mueve sus manos se nota que tiene mucha tensión o yo soy la causante.

― Debo decir que fueron muy inteligentes.― sonrío al pensar en todo lo que planearon para poder atraparme, ya que otra forma le hubiera resultado imposible.― Usar a uno de sus mejores agentes para capturarme, fue lo mejor que pudieron inventar.

Cruzo mis piernas, el señor me mira de arriba hacia abajo en busca de algo, lo que busca solo lo sabe él.

― Quizás Saúl se dejó deslumbrar por tu belleza, pero yo no, no caeré en tus encantos.― se arrodilla hasta quedar a mi altura.― Necesito información y tú me la darás, mientras más cooperes con nosotros, será mucho mejor para tu condena.

― ¿Condena― al parecer no conoce la persona que tiene al frente de él, podré ser hermosa, reconozco mi belleza, pero también reconozco mi maldad y lo cruel que podría ser sin importarme las consecuencias.

― Creo que no escuchaste bien lo que acabo de decirte.

― Es contradictorio que me arreste, pero tenga a uno de los mafiosos más temido por toda Italia, después de mí, como agente policial.― la realidad contradice todo su discurso barato.― No cabe duda que la corrupción y delincuencia no solo alberga en la mafia, la policía forma parte de ella.

― No le permito.― lo interrumpo con cierta sorna.

― ¿Qué es lo que no me permite?

― Lo único que deseo, es información.― se enciende un bombillo en mi mente, me gusta saber que tengo el control total de esta situación.

Adriano y yo hemos investigado a este señor, ahora que detallo mejor su rostro, recuerdo a la perfección toda su vida, sé que lleva meses pisando mis talones en busca de arrestarme. Es general, le falta poco para obtener un ascenso, lleva veinte años de matrimonio, nunca ha podido tener hijos, es estéril.

Hace aproximadamente tres años conoció a una bailarina del club en donde bailaba en Polonia, le compró un apartamento y la visita todos los viernes por la noche a escondidas de su esposa, obviamente, toda esa información Adriano la guardó por sí en algún momento me tocaba utilizarla y pues el momento ha llegado.

Ambos planeamos un plan en caso de que algún día este hombre lograra arrestarme, Adriano sabe que estoy en problemas y no dudará en hacer todo lo acordado en cuanto antes, por eso decido mantener la calma o mejor aún, ganar tiempo para despistarlo.

Sed de poderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora