Adán

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Todo estaba en silencio.
La tensión hacía imposible respirar.

Todos estaban preocupados.

Adán avanzó hacia el centro de la habitación ante la mirada de sus hijos y algunos dioses.

-Yo los traeré de vuelta- dijo con aeguridad.
Todos, apesar de su molestia, se sintieron reconfortados. Solo Adán podía hacer algo sin ocasionar mayores desastres.

Los Einherjar se habían confiado.

Las valkirias, incluso Brunilda, sabían que habían cometido un grave error.
Aunque contaban con la ayuda de algunos dioses importantes no era suficiente para encontrar a los Einherjars desaparecidos.

Ahora parte de los luchadores estaban en peligro.

Decidieron buscar en los registros de todos los panteones las posibles razones detrás de los secuestros.

Adán , por su parte, fue a ver al los líderes de los panteones como representante de los humanos. No iba solo, lo acompañaba la mayor de las valkirias y el emperador Qin Shin Huang.

Llegaron al salón principal dentro del Olimpo.
No se detuvieron en contemplar la majestuosidad del lugar, por el contrario, Adán sentia una sed de destrucción.

Al llegar, Zeus, Odin, Shiva, Ra y Amaterasu estaban presentes. Cada uno situado en forma de tribunal frente a los recien llegados.

Adán avanzó sin ningún tipo de temor.
Hoy estaba frente a los dioses otra vez.
Le recordaba un poco al juicio que tuvo Eva. En aquel entonces pudo salir victorioso y salvarla. Ahora espera no solo salvar a sus hijos sino castigar a los responsables

Los dioses miraron al padre de la humanidad con cierta admiración y molestia. Aunque Adán era respetado por la mayoría, había vencido al padre de los dioses griegos y representante del panteon olímpico. Era un hombre capaz de someter a un dios y darle esperanza a los mortales.

Zeus lo envidiaba un poco.
El verdadero poder de Adán no eran sus ojos, sino su inquebrantable voluntad, residía en el amor y el respeto que su familia le brindaba. Y eso era algo de lo que carecía.
Zeus al igual que Odin, solo era temidos y no amados.

-Supongo que vienes por tus hijos, Adán - dijo con gravedad Zeus

-Quiero que regresen a salvo. Seguramente tus dioses están detrás de esto

-Me temo que no tienes evidencias de eso - dijo Ra, interviniendo en la conversación - hacer tal reclamo sin pruebas no es digno del representante de la humanidad

-Tenemos pruebas para esta reunión - dijo Brunilda mostrando su manos. En ellas se encontraba una navaja.

La Valkiria se acercó bajo la mirada alerta de los dioses.

-Esta navaja le pertenece al Einherjar Jack, el destripador. Fue encontrada en la zona donde desapareció de la ciudad de los humanos. Aunque a simple vista parece una navaja normal, tiene algo especial.

-Continúa, semidiosa- dijo la diosa Amaterasu- necesitamos ver si realmente es cierto lo que dicen.

Brunilda colocó el arma en la mesa frente a todos. La navaja empezó a emitir una especie de destello.

-Está navaja fue fabricada por el dios Hefesto como tesoro divino - los dioses escuchaban atentos mientras la navaja empezaba a emitir una esencia, rastros del alma de su portador - fue entregada a Jack, el destripador durante su ronda de vigilancia. Lamentablemente solo puede representar a su dueño pero puede recuperar los sonidos a su alrededor.

De pronto, la esencia empezó a cobrar forma. Era la silueta de su portador. Parecía una especie de grabación de lo que había sucedido.

Una noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora