Tsukuyomi y Susanoo

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Mientras el inmortal y el humano libraban su batalla. El dios Tsukuyomi había salido del templo.

Quería ver al asesino. Su hermano solo estaba perdiendo el tiempo en vez de matar al espartano.

Él no haría lo mismo.

Sin embargo, no pudo evitar pensar en su próximo movimiento. Susanoo cumpliría su parte, de eso estaba seguro.

-"¿Qué debería hacer?"- pensaba mientras avanzaba.

El plan de los dioses japoneses era derrocar a los griegos y nórdicos. Recuperar el honor perdido ante la tiranía de aquellos panteones y ser los regentes del Valahalla.

No obstante, el primer Ragnarok había cambiado la dirección de las cosas.

- Humanos con habilidades excepcionales eran capaces de enfrentar a los dioses y tener alianzas.

- Dioses y humanos estaban conviviendo juntos.

- Por último, el Consejo Divino guardaba un lugar para el representante de los humanos, nada más ni nada menos que el primer hombre. Adán.

En cambio, para el panteón japonés esos deseos humanos eran una total burla.

Ellos nunca pudieron doblegar a los dioses, nunca se los tuvo en cuenta en las reuniones más que un papel decorativo.
Amaterasu, no tenía ni voz ni voto en todo este tiempo de su existencia.

Fácilmente, el inmortal, llegó hasta los límites de la ciudad humana. Sabía que su presencia había sido detectada por el asesino.

Había preparado todo solamente Jack, el Destripador podría reconocerlo. Caminó hacia la orilla del camino. Entre las sombras que aún quedaban antes del amanecer.

La luna brillaba aún sobre el Valahalla.

Continuó por el camino, entre el follaje y las suaves colinas. Estaba acercándose a aquel bosque que las valkirias contruyeron por pedido de los humanos. Alejándose hasta llegar a un árbol que destacaba por sobre los demás.

El dios saltó hasta casi la cima. La vista era sumamente impactante antes del amanecer. Era su costumbre sentarse y observar en silencio.

-Volvermos a vernos, Sir Tsukuyomi - expresó aquella voz humana desde el suelo.

El inmortal bajó su mirada en su dirección y extendió su mano.

-Deberias subir, asesino - expresó invitando al mortal.

Con su típica vestimenta, el londinense subió, acercándose con cautela. Cuando estuvo a su lado, el dios le dió la espalda.

-No puede compararse al mundo humano pero sigue siendo asombrosa - dijo el dios - Supongo que has venido para acabar conmigo.

-En parte, Sir . Lo más importante es conocer el paradero de uno de mis compañeros - respondió.

-Sería mejor hacerse a la idea que no volverán a verlo. Es raro que alguien como tú se preocupe por una vida. Suena bastante irónico y desagradable- expresó el dios.

El representante de los humanos era la encarnación de la maldad y había sido capaz de vencer a Hércules. Le parecía tan placentero ese abismo, ese pozo sin fondo que era Jack el Destripador.

No perdió ningún instante de aquella lucha.
Su inteligencia, su osadía y sus engaños eran tan metódicos y estratégicos que superaban a cualquier mentalidad divina. Era un humano demasiado increíble para ser humano.

-Oh, Moon God- dijo el humano en su idioma natal. Con una cadencia indescriptible - usted debe estar bastante aburrido para fijarse en un ser como yo. Un simple humano - el humano se acercó quedando detrás del dios en un instante. Levantó su mano para extender el arma y colocarla sobre la piel expuesta del cuello del dios.

Una noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora