Baldr

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Mientras los dioses regresaban con sus respectivos seres humanos, otro inmortal había permanecido en la habitación principal.

Baldr, dios de la luz nórdico, poco conocido por los demás dioses de otros panteones pero extremadamente codiciado por su propio hogar.

¿Cuál era la razón? ¿Por qué se alejaba de los demás y solo mantenía contacto con sus hermanos Thor y Loki?

Porque al igual que otros dioses vinculados con la luz, provocaba la atracción de los demás. Su propia madre lo había dicho.

- Tu poder te condenará así que esto es todo lo que puedo hacer para protegerte - susurró entre lágrimas la diosa - tus poderes transmiten Paz. La sensación de un alivio extremo y reconfortante - acarició el rostro de pequeño - tu eres la felicidad que todos buscan al final de su vida, Baldr. Perdoname por haberte dado esta carga.

En ese instante, su madre se desvanecía frente a él. Su propio cuerpo comenzó a arden con fuerza y los tatuajes de su brazo empezaban a aparecer.

Fue la primera y última vez que le hicieron daño. La única vez que el dolor había atacado lo más profundo de su mente y dejado marcas en su cuerpo.

Baldr ladeó su cabeza tratando de olvidar el repentino recuerdo.
Era el momento de acabar la vida con los humanos pero cierta duda crecía en su interior.
El no deseaba la destrucción de la humanidad, solo tenía curiosidad por aquellos seres. Ansiaba entender cómo aquellos seres habían sido capaces de cambiar las circunstancias a su favor, derrotando a los dioses. Incluso habían logrado cautivar y establecer lazos entre ambos. Especialmente los Einherjar que lucharon durante el Ragnarok.
Por un instante pensó  en su hermano Thor y cómo ahora tenía una amistad con el general volador chino Lu -Bu.

-"Si ambos hubieran nacido al mismo tiempo, o si fueran de la misma especie, seguramente serían amigos " - había  pensado internamente cuando su hermano mayor había derrotado al humano.

Sintió  la soledad que Thor vivía por ser el dios más fuerte. Ahora gracias a los deseos de los humanos, había podido reencontrarse con aquel mortal y vivían entrenando juntos. 

Baldr sentía cierta envidia por ellos. Thor había logrado establecer un lazo cercano con alguien, en cambio, él debía mantenerse en las sombras. Los dioses tenían una falsa admiración por él, solo codiciaban la felicidad que generaba su poder. Era como una droga divina, tan perfecta y poco peligrosa que deseaban con locura.

Baldr sabía que ningún inmortal tendría algún tipo de relación  sincera sin verse afectado por su propio poder. Esperaba que los humanos fueran diferentes pero se había equivocado.

El profeta había caído. No era tan fuerte, no había podido resistir el deseo de la felicidad.

Otra vez, odiaba sentirse tan sólo. Sin embargo, no quería que sus propios deseos sean la razón del sacrificio. Era una causa débil, ingenua a la par de los demás. Aunque era la menos dañina.

Baldr vió como el dios griego de las artes salió de la habitación sosteniendo aquel perro entre sus brazos. 

-No es momento de dudar- se dijo a si mismo - será mejor que acabe con todo esto.

De inmediato, salió de la habitación con leve nerviosismo. Definitivamente no estaba completamente seguro pero sacrificaría al humano para cumplir su palabra con los demás :"Hevnende Guder".

Poco tiempo le llevó llegar a la habitación del profeta.

El humano estaba recostado en aquella cama sin darse cuenta que pronto moriría en sus manos.

El dios nórdico caminó lentamente hasta estar frente al humano. Otra vez la idea de su propia soledad lo tomaba por sorpresa.

- Si mi destino es la soledad, al menos, tendré el poder de enfrentarla - susurró contemplando al mortal.

Levantó sus manos hasta la altura de su pecho con el fin de reunir su propio poder en un punto. La luz comenzó a concentrar formando una pequeña esfera. Antes de acercase,  por un instante, recordó su batalla con el mortal.

-¿Debería defenderme o puedo intentar descansar?- preguntó con ironía el mortal.

Ese humano estaba solo e indefenso en aquella colina. Se había recostado sobre la planicie como si deseara estar solo, desconectado de todos.

Le pareció irónico que mientras él quería acabar con su soledad, el profeta la buscaba.

De repente, un leve jadeo lo sorprendió.  El humano empezó a hablar mientras dormia.

-"no...no moriré...." - dijo mientras respiraba agitadamente.

-¿Acaso estás consciente, humano?- dijo el dios pero no recibió respuesta.

Al contrario, Nostradamus seguía hablando como si estuviera teniendo una pesadilla.

-Yo no moriré... no pude salvarlos... - jadeó con dolor mientras apretaba con fuerza las sábanas de aquella cama - viviré por ustedes, ¡Voy a vivir! - gritó finalmente para despertase sin aliento.

El dios se alejó un poco.

Nostradamus trató de calmar su respiración. Sentía como si un cuchillo hubiera cortado su garganta. Poco a poco empezó a divisar la habitación donde se encontraba.

Vió al dios que lo había enfrentado estar cerca de él.

-No eres tan débil como pensaba - dijo Baldr

El profeta soltó una carcajada, rápidamente colocó una de sus manos en su pecho. Le dolía como los mil demonios pero le encantaba provocar  a sus rivales.

-¿No querías matarme, dios?

-No te haré esperar, profeta - dijo el inmortal mientras colocaba sus manos en el pecho del humano.

La esfera de luz había entrado sin problemas en el cuerpo ajeno.

Nostradamus sintió el golpe que lo llevó a toser sangre. Sin embargo, no retrocedió. Mantenía su mirada fija en el dios.

-Si eso es lo mejor que tienes, entonces no moriré

-Pronto lo harás, solo retrasas lo inevitable - dijo ejerciendo más fuerza en la herida.

-No moriré - dijo sostenido la mano del dios.

-¿por qué te resistes? ¿Qué te obliga a seguir luchando? - dijo con molestia el inmortal.

Baldr mataría al humano por su osadía.
Michel Nostradamus era un profeta promiscuo, despreocupado y que no podía comprarse con los honorables guerreros de la humanidad.
Su carácter era débil comparado con el resto de los mortales.
¿Por qué razón había sido escogido como luchador por los humanos?

-Porque quiero vivir en paz - dijo finalmente mientras sentía como el dios retiraba su mano de su cuerpo.

La sangre rápidamente se derramó por la cama.
El profeta escupió sangre.
No le quedaba mucho tiempo, debía salir de ahí.

Baldr miró al humano. Aquellas palabras lo dejaron estupefacto, ansioso e incrédulo.

-Un humano que busca la paz - dijo el nórdico.

Mientras el dios conjuraba el hechizo, Nostradamus empezó a perder el conocimiento. Realmente no estaba en condiciones de luchar y su herida había complicado todo.

Lentamente, perdió de vista al dios.

Su respiración pausada se detenía en su propia búsqueda por oxígeno.

Sintió sus latidos debilitarse con cada segundo y con una suavidad que jamás habría imaginado.

Aunque conocía su futuro, jamás pensó en experimentar al final está sensación de paz.

Baldr lo habría hecho.
La esencia del humano estaría fluyendo por el interior de su cuerpo si no hubiera sido porque en ese momento, una explosión a sus espaldas arrasó el lugar.

Una noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora