Finales

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Muchas veces, el tiempo te permite reconocer y profundizar en tus propios recuerdos.

Tantas veces tuvo un gran impacto su vida que lentamente empezó a olvidarla.

Había pasado mucho tiempo cerca de la muerte. Su propia destreza había nacido con ella y se había desarrollado. Ahora podía entrenar con algo de paz.

Después de la explosión, muchos estuvieron ocupados buscando al rey espartano y a los dioses que lo secuestraron. Él y otros humanos tuvieron que participar.

Simo se encontraba en aquel bosque. Pese a que los habían convocado, tenía poco interés en las futuras noticias. De todas maneras, Nostradamus ya le informaría con total precisión.

Solo un pensamiento lo dejaba intranquilo. Se había salvado gracias a aquel dios. Un dios que ni siquiera enfrentó en el Ragnarok, ni tampoco al momento de su secuestro.

-"¿Por qué había hecho algo así? "- era una pregunta que aunque sentía curiosidad, no tenía ninguna prisa por responder. Después de todo, aquel dios no lo dejaría.

Solo había sido condenado al exilio porque lo había salvado, así como otros dioses arrepentidos.

Ese dios se la ingeniaría de alguna manera para verlo.

Llamar la atención, era lo que más lo alegraba. Lo había notado en su combate. Solo le quedaría entrenar, así, estaría preparado para lo que el Valahalla le tuviera preparado.

Por otra parte, en el mundo mortal, el dios griego ya se encontraba instalado en su nuevo hogar.
Por ser hijo de Zeus había logrado tener bastantes comodidades a su gusto.Agradecía que fuera cerca de una ciudad humana repleta de festivales, conciertos y sobre todo, teatros. Al menos no moriría de aburrimiento.

Era un entretenimiento  hasta que pudiera volver a verlo. Aun debía cumplir la profecía que había visto aquella vez. Aquella noche antes de la explosión.
Hasta entonces, movería un poco el mundo humano.

-"Un poco de diversión, no lastimará a nadie" - pensó con arrogancia relamiéndose los labios Apolo mientras salía al exterior.

-No deberías confiarte demasiado, hermanito - agregó la diosa detrás de él. Conocía demasiado a su hermano, casi era como su otra mitad. Artemisa, la diosa de la luna, de la caza entre otras era totalmente lo opuesto a su mellizo. Sin embargo, tenían esa extraña conexión para siempre.

-Habia olvidado que estabas tú - dijo regañándose. Ahora también debería lidiar con su hermana en el mundo mortal.

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-Bailen- había sido la orden de su hija la diosa Hathor.

Ambos, acompañados de un séquito  de bailarinas, danzaban al compás rítmico de una melodía alegre.

Hathor, la diosa del amor, intentaba animarlo después de  que fuera relegado de su rol como líder del panteón egipcio. No había sido una de sus hijas más cercanas pero, era una de la pocas que aún lo veía como tal. Como un padre.

Muchos de los dioses había concertado que Isis tomara el control hasta que su condena terminara. Los demás panteones respetarán su autoridad gracias a su carácter amable y firme. Incluso había establecido una amistad con la diosa japonesa Amaterasu.

Ambas conocían la pérdida de un ser amado y la traición de un hermano.

-Vete, Hathor. No tengo deseos de esto - dijo con gravedad Ra haciendo que su propia hija temblase ante la orden.

-Lo lamento, padre - dijo sumisa para después comenzar a retirarse. Antes de salir del templo, ella se detuvo - Padre, creador de todo el mundo - expresó casi en un grito que Ra advirtió - debería ver al humano. Sé que no se rebajaría a pedir perdón pero al menos debería ser consciente de su error. De lo contrario va a perder el poco respeto que le tienen.

Una noche (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora