VIII. A Silent Shout

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Ocho: Un grito silencioso

18 de mayo, 2011

Narcisa parecía un fantasma atrapado entre dos mundos.

Envuelta de oscuridad en el jardín, a las cinco de la mañana, su sombra brillaba contra el pasto. Proyectada por la luz parpadeante que provenía de la solitaria lámpara de exterior, estaba resaltada por la luna misma. Su camisón de seda blanca caía por debajo de sus rodillas, y el viento lo agitaba como una silenciosa y ondulante bandera. Sus piernas estaban expuestas al frio mientras sus ondas rubias sueltas flotaban alrededor de sus hombros. Una capa yacía olvidada alrededor de sus pies.

Desde la puerta corrediza de vidrio Hermione podía verlo todo.

La cara de Narcisa estaba floja. En blanco. La piel tan pálida que era casi traslúcida. Sus ojos estaban enturbiados, completamente helados.

Ausente en su propia mente.

Gracias a estar revisando su investigación y las notas de su charla con Theo y Charles sobre las posibles razones detrás de las lecturas irregulares de Narcisa, Hermione había estado despierta cuando el pergamino encantado, monitoreando los signos vitales de su paciente, comenzó a temblar –una señal de problemas.

Había atravesado la red Flu en segundos.

La visión que había recibido a Hermione no fue una que esperaba.

Malfoy.

Estaba de pie frente a la puerta de vidrio, viendo a su madre con las manos unidas detrás de su espalda. Alto e imponente, la única cosa que estaba mal en él era algo que no vio hasta que se acercó:

Un moretón se estaba formando en su mejilla y tenía un ojo negro.

Pero Hermione no le dedicó a Malfoy otro vistazo, ya sacando de su bolso encantado su varita y una poción para sedar a su paciente.

–¿Cuánto tiempo ha estado ahí afuera?

–No tengo idea. La encontré así cuando regresé a casa.

Ah, de su noche de trabajo en Gales.

Dudaba que hubiera dormido.

Hermione empujó un poco más profundo, su brazo totalmente sumergido dentro de su bolso mientras buscaba la última cosa que necesitaba.

–¿Y hace cuánto fue eso?

–Treinta minutos.

–¿Intentaste–

–Granger, el estado de mi rostro debería decirte exactamente lo que he y lo que no he hecho –Hubo un dejo en su tono que no sonó bien en sus oídos. La cara amoratada de Malfoy no delataba cómo se sentía. Dio un paso atrás–. Esta no es la primera vez que esto ha sucedido. Te dejaré que hagas tu trabajo.

Cuando se volteó, una mano seguía detrás de su espalda mientras la otra –su derecha– fue hacia su hombro, masajeándolo como si intentara eliminar la tensión.

¿Estaba herido?

A sus espaldas, ella le dijo:

–Entiendo que no quieras involucrarte, pero no es solo mi trabajo. Es su vida y ella es tu madre. Sería de ayuda conocer tu lado de su enfermedad.

Malfoy no se detuvo, no reaccionó, desapareciendo de vista a través de la puerta doble del estudio junto a la escalera. Las cortinas se cerraron y él ya no estaba, dejando a Hermione con Narcisa.

Hermione lanzó un suspiro a la habitación vacía, preparándose, y caminó hacia afuera.

El aire antes del amanecer estaba fresco; la brisa era más fría de lo que había anticipado, haciéndola sentir levemente frágil. En contraste, el pasto debajo de sus pies era suave una vez que pasó el adoquín en su lento acercamiento.

Measure Of A Man - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora