XXIV. The Passage of Time

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Veinticuatro: El paso del tiempo

26 de Julio de 2011

Relojes.

No solo eran decorativos, también eran funcionales y servían como un recordatorio de que el tiempo siempre pasaría. Siempre en movimiento infinito, estaban llenos de caóticas fluctuaciones.

Marcados por cada tictac del reloj, los segundos se convirtieron en minutos, que se acumularon en horas, avanzando constantemente mientras observaban la tormenta, primero junto a la ventana, luego en el sofá.

El silencio era tan inestable como el batir errático de las gotas de lluvia golpeando las ventanas.

Cuando Hermione volvió a mirar el reloj, eran diez minutos después de las cinco. Un tiempo delicadamente equilibrado entre el final de la noche y el comienzo de un nuevo día.

También fue cuando la mano de Draco soltó la de ella por primera vez.

Draco.

Palabras con intención. Una mano en la suya. La sorprendente amalgama de momentos y acciones desenterró un nombre completo de las semillas de la nada. A pesar de toda la negación de Hermione, de cavar y tirar de las molestas raíces, su cambio mental fue perfecto, del mismo modo que el final de un capítulo siempre provocaba el comienzo del siguiente.

Progresión natural.

El interior de la casa de los Malfoy estaba oscuro y silencioso mientras la tormenta avanzaba, sin cesar ni disminuir.

Lluvia. Viento. Truenos. Relámpagos.

Pacífica pero inquietante. Atmosférica pero cruda.

Exactamente como se sentía Hermione con la espalda pegada a la puerta de la habitación de invitados.

Demasiado tarde para dormir y demasiado pronto para empezar el día. Lo único que intercambiaron cuando se separaron fue la sugerencia de ducharse, cambiarse y reunirse en su despacho.

Para hablar.

Hermione llegó media hora más tarde con el pelo mojado y dos pociones para lo que seguramente sería un largo día. Draco ya estaba allí con té y sin discusiones sobre la poción.

Ambas cosas no se las esperaba.

Se bebieron cada frasco antes de sentarse en extremos opuestos del sofá. Hermione se sintió mejor, más lúcida y menos cansada casi al instante; su cuerpo fue engañado haciéndole creer que había dormido toda la noche. Después de cambiar de postura, frente a él con una rodilla doblada, aceptó la taza de té flotante con ambas manos.

Té negro. Un chorrito de leche.

Simple pero bueno.

Mientras disfrutaba de la bebida caliente, Hermione observó las ligeras diferencias en su atuendo todo negro junto con su pelo mojado. La lluvia que golpeaba las ventanas y el ocasional crepitar de los relámpagos que iluminaban partes de su despacho poco iluminado eran los únicos sonidos en el espacio.

El ambiente entre ellos era acogedor pero tenso.

Era indescriptible, pero no necesitaba explicación.

Únicamente confortable.

Siempre presente.

Recostado sobre los cojines, Draco proyectaba relajación con las piernas cruzadas y el brazo apoyado en el reposabrazos. Hermione se preguntó en silencio si estaría inquieto, buscando pistas que le ayudaran a responder a la persistente pregunta, pero no encontró ninguna. Aun así, él bebía despacio, como si el mundo -y por extensión ella- pasara desapercibido. Hermione ya había terminado cuando él se inclinó hacia delante para dejar la taza vacía sobre la mesa.

Measure Of A Man - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora