Adriel seguía sin dirigirme la palabra y yo no encontraba la ocasión para disculparme. Además, no estaba muy segura de si aceptaría mis disculpas o si seguiría pasando de mí. Los astros no estaban para nada a mi favor y llegó lo que me temía: Evie notó que pasaba algo entre nosotros. En uno de los días de la semana se debió dar cuenta, pero no nos lo dijo hasta la clase de deporte, donde teníamos más libertad para hablar.
—Os pasa algo con Adriel, ¿verdad? O a Adriel le pasa algo con vosotros, porque noto ciertos problemas de comunicación —observó con la cabeza baja mientras estirábamos los gemelos después de la carrera que habíamos realizado.
No supe cómo responderle a eso porque tampoco podía explicarle el por qué de nuestra pelea.
—¿Te acuerdas de esa cosa que no te podíamos decir aún? Bueno pues tiene que ver con eso —confesó Kai al verme apurada pensando en cómo le iba a explicar tal problema—. Y hasta que no solucionemos esto con Adriel no os podemos decir nada.
—Ya. —Se limitó a responder. Cambió de estiramiento para estirar los cuádriceps y nosotros la seguimos.
—De verdad que me sabe muy mal no poder deciros nada, pero es que nuestra prioridad ahora mismo es conseguir que a Adriel se le pase el cabreo. Y está complicada la cosa —añadí.
—Joder. ¿Qué le habéis dicho para que se cabreara de esa manera y sea tan difícil solucionarlo? Adriel es muy tranquilo y bastante comprensivo para cabrearse, y más con vosotros que sois sus mejores amigos.
—Sólo te puedo decir que fue mi culpa y que tiene razones para ponerse así —comenté, enderezándome para estirar los laterales de la espalda.
—Vaya... Ya sabéis que os ayudaría, pero como no podéis contarme nada, tendréis que hacerlo vosotros solos —recordó, y me atrevería a decir que con un ápice de rencor.
—Lo sé —suspiré, sitiándome culpable. Lo único que había sentido en días.
—Pero no te preocupes por esto, Evie. Lo arreglaremos —dijo Kai, intentando que pareciese todo más llevadero. Él había tomado las riendas de toda esta situación cuando no tenía por qué si había sido yo la culpable de todo. Sin embargo, yo solo estaba ahí, ausente la mayoría del tiempo.
Yo en cambio no lo veía tan sencillo. ¿Y si Adriel no nos perdonaba? ¿Íbamos a joder al grupo entero por mi culpa? Yo no podría tener la conciencia limpia en lo que me quedaba de vida si llegaba a ocurrir eso.
***
Llegó el viernes. Eran casi las cinco de la tarde cuando me terminé de preparar. Me planteé varias veces si lo que estaba haciendo no era una pérdida de tiempo y si acaso Dominic iba a venir. Tenía que ser realista; era imposible que supiera donde vivía, pero aun así me fié de su palabra y bajé al salón a esperarlo, no sin antes avisar a mi hermano de que me iba ya que nuestros padres no estaban en casa.
Me puse nerviosa cuando sonó el timbre por toda la planta baja. ¿Sería él? Miré por la mirilla para comprobarlo y miré otra vez más para confirmarlo, sin creerme que de verdad estuviera allí. Abrí la puerta y me encontré con un par de ojos aguamarina, algo más oscuros de lo normal, pues el cielo se había nublado y ya no absorbían tanta luz como lo hacían en un día soleado. Era una cosa de las tantas que había observado en él.
—¿Cómo has sabido dónde vivo? —pregunté con curiosidad y con un asomo de sonrisa en los labios. De verdad que este chico era un misterio. Por esa razón para mí seguía siendo el chico misterioso del supermercado.
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MÁS QUE UN SUEÑO
General FictionCuando el verano finaliza y da paso al otoño, todo parece cambiar para Norah y sus amigos justo en el momento en el que ella encuentra algo que no estaba allí antes. Algo que parecía tan insignificante, pero que resultó tener cierta importancia. Al...