Capítulo 35: Cara a cara.

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Lyroc dio un paso con el que se giró ciento ochenta grados para mantener contacto visual con Diego y conmigo.

—Despierto a vuestros amigos de la pesadilla y os vais los cuatro de esta realidad. Repito que estoy siendo demasiado generoso con vosotros, porque la pelirroja me ha costado un ojo de la cara. Podría dormiros a vosotros también y al mismo tiempo me evitaría un problema, pero hoy estoy de humor —mostró una sonrisa que no le llegó a los ojos.

—Ni de coña. No hemos venido para irnos con las manos vacías —Diego rechazó la propuesta sin pensárselo dos veces.

—Os iríais con vuestros amigos, te lo recuerdo —insistió Lyroc.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero —contestó cortante.

La oferta era tentadora: volver con nuestros amigos a la normalidad, largarnos de la realidad de los sueños, abandonar el plan y las preocupaciones. Pero no podíamos hacer eso. Después de todo lo que nos había costado llegar hasta el punto en el que nos encontrábamos y todas las vidas que se habían sacrificado por nosotros, no podíamos rendirnos y optar por el camino fácil.

Si hubiese pensado solo en mí, habría aceptado y me hubiera largado con mis amigos a afrontar nuestra realidad, que ya era suficiente. Pero pensé por todos. Por esta realidad y la nuestra. Por toda la gente y el futuro de ambas.

Entonces, tras echar una mirada a los cuerpos dormidos de mis amigos, me giré para acercarme y enfrentarme al hombre que teníamos en frente.

—No. No nos vas a persuadir tan fácilmente porque no vamos a dejar que sigas con un poder que no te pertenece y menos todavía que hagas lo que te plazca con esta realidad y la nuestra —me planté a unos escasos centímetros de él y alcé la barbilla para mirarlo a los ojos—. Vamos a luchar para tirarte de tu asqueroso trono, como si morimos en el intento. Al menos lo habremos intentado y será tan grande el orgullo que sentiré, que no me cabrá encima —hice una pausa para añadir—: Algo que tú nunca vas a sentir porque la envidia, la soberbia y la avaricia te ciegan.

Lo solté todo y fue como si me quitasen un peso de encima. No obstante, cuando se formó el silencio tuve miedo de la respuesta de Lyroc, pues a pesar de que no lo mostrase en su expresión, vi algo en sus ojos que no me gustó nada. Él chasqueó la lengua antes de hablar como señal de cansancio.

—Me estáis hartando, chicos, y eso no me gusta. Os he dado una maldita oportunidad para iros de aquí sanos y salvos y os atrevéis a rechazarla. Os lo digo una última vez. Largaos de aquí.

Dijo esa última frase tan cerca de mi cara que mi piel pudo notar su aliento. Usó un énfasis que fue creciendo a medida que pronunciaba las siguientes palabras, pero por mucho que lo intentara, no iba a haceros cambiar de opinión.

—Esta vez no me voy a rendir tan fácilmente, Lyroc. —Él desvió su mirada hasta Hope, quien había hablado.

—Entonces seguiremos por las malas.

Caminó unos pasos hacia Hope, dejándome plantada y fue cuando pensé que la situación se podía poner muy, pero que muy, mal.

—Hope, me estorbas aquí. Siempre lo has hecho, así que —hizo una seña a los guardias— llevaos a mi vieja amiga de aquí. Ya me encargaré de ella más tarde —ordenó con un notable sarcasmo, pues de amigos tenían bien poco.

Los guardias abandonaron la seguridad de la entrada de la recamara para avanzar hacia Hope con intenciones de apresarla.

—¡No, no! ¡Parad! ¡Soltadme! —articuló Hope entre gemidos de esfuerzo mientras intentaba liberarse del agarré de los guardias.

—¡Hope! —exclamó Diego mientras forcejeaba para evitar que se la llevaran.

Reaccioné y me uní al forcejeo, agarrándola como pude de un brazo, pero los dos guardias nos alejaron con un fuerte empujón en el que yo acabé en el suelo. Aquello me provocó un fuerte dolor en la herida y aún así me levanté a toda prisa, en vano porque ellos consiguieron inmovilizar a Hope para llevársela.

MÁS QUE UN SUEÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora