Llegué a mi casa. Mejor dicho, a la puerta que delimitaba el jardín de mí casa. No iba a negar que me daba miedo abrir la puerta principal y encontrarme con mi madre. Por el contrario, también tenía ganas de verla porque la echaba de menos. A mi padre y a mi hermano también. Pero no solo por echarlos de menos.
Después de la terrible experiencia que tuve en la realidad de los sueños, quería verlos. Nunca sabes cuándo va a ser la última vez que lo hagas y es curioso como aprecias las cosas que tienes después de haber vivido una experiencia que casi te cuesta la vida.
Mis pulmones se llenaron de aire, a la vez que lo hacían de valor para que mis piernas se movieran y dieran los pasos que me separaban del porche de mi casa. En frente de la puerta saqué las llaves del bolsillo y encajé la correspondiente en la cerradura. La giré una vez y empujé para que la puerta se abriera.
La cerré detrás de mí con cuidado y me quité el abrigo para dejarlo en el perchero del recibidor. Pude ver a mi padre sentado en el sofá, viendo la televisión. Bueno, ya no, porque giró su cabeza para verme. Mi rostro le dio una expresión de disculpa con los labios apretados en una línea fina. Él negó con la cabeza y señaló la cocina con la misma. Se refería a mi madre y lo que me esperaba en cuanto cruzase el marco de la puerta de esa estancia.
Me encaminé hacia la cocina, titubeando. Pero no me hizo falta caminar mucho más, porque la persona que más temía en ese momento salió de ella con pasos enfadados. Debió escuchar el sonido de la puerta cuando entré en casa. Nos detuvimos las dos a la vez, yo encogiéndome en mi lugar y ella con los brazos en jarras sobre sus caderas.
-¡Norah Foster!
Tragué saliva.
-¡¿Cómo se te ha pasado por la cabeza no pisar esta casa durante un día entero sin siquiera avisar?! -Enfurecida, exigió explicaciones- ¿Le refresco la memoria, señorita? Te fuiste ayer sobre esta hora y me dijiste que volverías antes de cenar. No apareces y encima tienes las narices de mandarle un mensaje a tu hermano diciendo que te vas a quedar a dormir en casa de una amiga.
Me planteé decirle que sabía perfectamente lo que había hecho, pero eso no mejoraría las cosas. Ni mucho menos.
-¿Qué? Se lo dices a tu hermano porque él no te va a decir nada, ¿verdad? -adivinó mis intenciones en un tono arisco-. Claro, yo te hubiera obligado a volver. Como si tengo que ir hasta allí y cogerte de los pelos. ¡Anda que eres lista! Pero no vayas a decírselo a tu madre para no dejarla preocupada toda la noche, ¿eh? -ironizó haciéndome sentir culpable de mis acciones.
-Perdón, de verdad.
-Ni perdón ni nada. Un día, Norah. ¡Un día! Y encima evitando mis mensajes. Es que quién me mandó tener hijos para esto... -resopló agotada y mosqueada-. Así que a partir de ahora olvídate de ir a la biblioteca para estudiar con Kai y Evie. En cuanto salgas del instituto te vienes derechita a casa y estudias aquí. Y los fines de semana igual. Vas a estar una temporadita sin salir para que reflexiones un poquito sobre tu comportamiento.
Aquello de usar diminutivos cuando estaba enfadada era típico de mi madre. Como si eso suavizara las cosas.
-Y te lo advierto. Que sea la última vez que haces esto. ¡La última! -ordenó apuntándome con el dedo índice, acusador.
-Está bien. Asumo mis actos y es lo que me merezco. Lo siento mucho, mamá. No volverá a pasar -acaté el castigo sin ninguna pega para cerrar la conversación y relajarla un poco; la vena del cuello ya se le había hinchado.
-Vete a tu cuarto -suspiró relajando los brazos.
-¿Antes puedo hacer una cosa?
Me miró con una ceja levantada a modo de advertencia.
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MÁS QUE UN SUEÑO
Fiksi UmumCuando el verano finaliza y da paso al otoño, todo parece cambiar para Norah y sus amigos justo en el momento en el que ella encuentra algo que no estaba allí antes. Algo que parecía tan insignificante, pero que resultó tener cierta importancia. Al...