Capítulo 31: Dos cuchillos, un machete y una katana.

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Nuestra conversación fue interrumpida por Rem y Eth, quienes bajaron a toda prisa dando un gran salto para acabar con la distancia que les separaba del suelo. Ald se levantó alarmado y supimos que algo no iba bien por la expresión de los hermanos. No hacía falta ser un ninja para darse cuenta, por lo que nosotros también nos levantamos.

—Hemos visto movimiento en los arbustos, hacia el este —informó Eth a su hermano.

—A mí también me ha parecido escuchar algo —comentó Ald con los ojos entrecerrados.

Kai y Georgia se dieron cuenta del panorama, por eso dejaron su conversación a un lado y abandonaron aquella posición en la que se les veía tan cómodos. Se alzaron y se juntaron con nosotros.

Los tres ninjas desenfundaron sus armas con tres sonidos afilados, casi al mismo tiempo. Rem sostenía dos cuchillos entre sus puños, Eth un machete con su mano izquierda y Ald una katana con ambas manos. El reflejo de la luna en los filos metálicos de los cuatro objetos hizo que se me encogiese el estómago.

Sabía que lo que se escondía detrás de los arbustos no era nada bueno y que lo iba a pasar continuación tampoco lo era. El miedo se apoderó de todo mi ser y mi corazón empezó a bombear sangre a toda velocidad.

Los arbustos en los que habían visto movimiento no estaban muy lejos de nosotros. Rem y Eth se acercaron sigilosamente hacia ellos, con las manos adelantadas por si tenían que usar sus armas. Era increíble los sigilosos que eran, pues desde nuestra posición los veíamos dar cada pisada con el máximo cuidado. Ald se posicionó tras nosotros por si se trataba de una emboscada y nos atacaban desde atrás. Nosotros cuatro solo podíamos permanecer juntos, como siempre, y mantener los dedos cruzados para que lo que hubiera detrás de los arbustos no se tratase de una amenaza.

Pero de nada sirvió porque un grupo de hombres, algunos de ellos armados, salió de detrás de los matojos corriendo en dirección hacia nosotros.

—¡Qué no se os escapen! —gritó un hombre que permaneció quieto cuando todos los demás echaron a correr.

En un pis pás tanto Rem como Eth se olvidaron del cuidado en sus pasos para no ser descubiertos y echaron a correr hacia ellos con la intención de ejecutarlos con las armas que sostenían. Ald no tardó ni un segundo en dar media vuelta y hacer lo mismo, pero aquellos hombres eran muchos. Una veintena, contando por lo bajo.

¿Cómo no nos dimos cuenta de que estaban allí? ¿Nos estarían esperando desde el principio?

Ninguno de los cuatro teníamos armas, pero a diferencia de antes, teníamos una nueva opción que era correr en dirección contraria para huir. Sin embargo, permanecimos inmóviles como estatuas a causa de lo repentino que había sido todo.

—¡Corred por aquí! —Diego tomó la iniciativa de despertarnos del trance para salvar nuestras vidas. Comenzó a correr y de inmediato movimos nuestras piernas como si nos fuera la vida en ello, porque en verdad era así, invadidas por la adrenalina que estaba bombeando nuestros corazones.

Corrimos a lo largo del borde del precipicio en forma de semicírculo sorteando las plantas y las raíces de los árboles más próximos con ayuda de la luz de la luna, que nos permitía ver algo del terreno. Podía escuchar las fuertes pisadas de los hombres que aún seguían con vida. Los tres hermanos se estaban encargando de echarlos del tablero de juego, pero eran demasiados y tampoco es que pudieran hacer maravillas ellos tres contra veinte hombres corpulentos y armados.

El terreno se puso cada vez más escarpado. A pesar de ello, seguimos corriendo y deseé que a nuestros guías no les hubiera pasado nada mientras luchaban. Y si no era mucho pedir, que acabaran pronto con los hombres.

MÁS QUE UN SUEÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora