Capítulo 27: Recién casados.

13 1 146
                                    

Después de la espesa y oscura niebla volvieron los colores, las sensaciones y los sentidos. Un lugar en el cual predominaban distintas tonalidades de marrón y donde las luces ambarinas iluminaban la estancia abarrotada de gente. La algazara de las personas, vestidas con prendas antiguas de tonos amarronados y colores apagados, resonaba por toda la estancia como también el sonido de las jarras chocando entre sí o con las mesas. Tampoco pasaba desapercibido el rechinar de los taburetes contra el suelo cuando la gente se levantaba para celebrar, cantar y bailar. Un olor fuerte a cerveza se esparcía hasta los rincones más remotos del lugar, como en los agujeritos que la carcoma había hecho en la madera de los muebles y bigas. En efecto, nos encontrábamos en una taberna, me atrevería a decir un tanto antigua, similar a las medievales.

Apenas me había situado y analizado el panorama cuando un portazo seguido de una voz grave y áspera sonó detrás de mí.

—¡Apartad de en medio, mocosos!

Me giré para identificar qué estaba pasando a mis espaldas y vi a un hombre barbudo y robusto que se acercaba a grandes y decididas zancadas, con intención de arrasar con todo lo que se interpusiese en su paso. Tambaleándome me aparté de su camino para que no me envistiera y choqué con un cuerpo. Giré mi cabeza a toda prisa, algo sobresaltada, y me encontré con Diego, quien parpadeó con asombro. También vi a Kai y Georgia detrás de él. Habíamos entrado todos en el sueño, era un buen comienzo. En cuanto el hombre robusto y barbudo pasó por nuestro lado para adentrarse en la taberna, una ráfaga de aire cargado pasó por delante de nosotros. Distinguí un olor desagradable a sudor. Asqueroso.

—No hay mejor lugar para llamar más la atención —habló Diego cuando me separé de él para estar cara a cara y así poder decidir nuestra labor en aquella taberna. Y razón no le faltaba: cuatro adolescentes en un lugar lleno de hombres y unas escasas mujeres, todos ellos adultos, donde servían mayoritariamente bebidas alcohólicas, no pintaban nada.

—Al menos llevamos las mismas ropas que los de aquí. Así nos podemos camuflar mejor —observó Kai.

Fue entonces cuando bajé mi vista hacia mi cuerpo y, para comprobar lo que Kai había dicho, me topé con un vestido de la época de tonos rojizos, marrón y hueso. Georgia vestía uno similar pero verde grisáceo. Diego y Kai llevaban pantalones marrones, camisa hueso y un chaleco también marrón y desgastado.

—Quiero mi ropa de vuelta —me quejé con una mueca de disgusto al levantar un poco la falda con la mano.

—No está tan mal. Nada mal —murmuró Georgia mientras daba una vuelta sobre sí misma para que la falda del vestido se desplegara. A pesar de que luciera viejo y apagado, le fascinaba. Claro, a la amante de los vestidos le encantaba el atuendo.

—Hubiéramos llevado esto para la fiesta de Halloween y lo habríamos petado —subrayó Kai repasando los atuendos de cada uno.

—Y tanto —apoyó la pelirroja.

—Centraos. —Diego interrumpió el camino que estaba tomando la conversación—. Recordad a lo que hemos venido.

—A buscar el símbolo —contesté antes de que lo pudiera pronunciar él, mientras visualizaba el terreno con más detenimiento.

Estábamos situados delante de la puerta de entrada, por eso el hombre corpulento nos había dicho que nos apartásemos. Las mesas y taburetes ocupados por personas se esparcían delante de nosotros, dejando pasillos entre ellas. En las paredes, de madera y ladrillos anaranjados teñidos por la luz, habían candelabros y calaveras de diversos animales cornudos. Había hasta una cabeza de oso disecada y unos pocos cuadros y escudos. Del techo colgaban más candelabros de mayor tamaño. Al fondo del local estaba la barra y el tabernero detrás de ella, alrededor de barriles y botellas de cristal, sirviendo bebidas a los clientes. Un poco antes de la barra, a la izquierda, comenzaban unos peldaños de madera que debían pertenecer a una escalera que subía hacia la planta de arriba.

MÁS QUE UN SUEÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora