Jueves, 10:05h.
Diez minutos para saber lo que escondía la nota que permanecía doblada en el bolsillo de mi pantalón.
La clase de historia se me hizo lenta, muy lenta y eso provocó que cada medio minuto mirase la hora en mi móvil. Evie notó mi impaciencia e inquietud, y me preguntó si me pasaba algo, a lo que le respondí que la clase se me estaba haciendo muy pesada y aburrida, y que además estaba hambrienta.
Así diez minutos, pensando todo el rato en posibles acontecimientos. Hasta llegué a considerar si de verdad la nota iba dirigida a mí, o en realidad era basura que alguien había pegado en una taquilla cualquiera que justamente había coincidido con la mía.
Por fin tocó el timbre y todos los alumnos recogieron sus cosas a una velocidad impresionante, se pusieron sus mochilas y salieron del aula inmediatamente. Nosotros no fuimos una excepción, de manera que dejé a un lado las reflexiones para pasar a la acción. En el pasillo que se dirigía hacia el patio, hice como que rebuscaba en mi mochila.
—Mierda —maldije por lo bajo—. Voy a la cafetería a comprarme algo. Se me ha olvidado el almuerzo en casa —mentí para irme al lugar que indicaba la nota sin levantar sospechas.
—Te acompaño si quieres —soltó Evie mientras esquivábamos a la gente.
—No, no. No te preocupes. Voy yo. Vosotros ir al césped. Os alcanzaré en unos minutos.
—Vale. ¿Llevas dinero? Si necesitas te puedo prestar.
El ofrecimiento de Kai me hizo acordarme de que no le había contado nada sobre la nota, por lo que él no tenía ni idea de mi verdadero propósito. Tal vez estuviese cometiendo un error, pero ahora no había tiempo para ponerle al día. Después de descubrir qué iba a suceder en la cafetería ya se lo diría.
—Llevo. Nos vemos ahora —me despedí antes de separarnos. Giré el pasillo a la derecha y ellos a la izquierda para dirigirse al patio trasero.
Caminé rápido, ocupando los huecos que dejaba la gente entre sí, ya que quería llegar cuanto antes a la cafetería por si me perdía alguna cosa. No obstante, con cada paso que daba y cada metro que avanzaba me replanteaba si de verdad iba a suceder algo.
En cuanto me asomé por la puerta de la cafetería y vi el cúmulo de alumnos que hacían tapón e impedían el acceso a la cantina, no tuve más remedio que colarme entre ellos y pedir disculpas.
Tras decenas de disculpas por mi parte y quejas por parte de los alumnos, por fin pude entrar con todas las extremidades unidas a mi cuerpo, sana y salva. Ya habían bastantes mesas ocupadas por estudiantes y docentes, y eso que había llegado relativamente pronto, pero unas pocas aún estaban libres y me decanté por una pequeña mesa en una esquina de la estancia.
Me senté y dejé mi mochila en la silla de al lado. Analicé el ambiente de la cantina sin perderme ningún detalle. La cola inmensa que había intentado eludir con poco éxito cada vez crecía más. La gente que ocupaba las mesas, hablaba con sus amigos mientas disfrutaban de sus almuerzos. A dos mesas delante de mí, un grupo de chicas, charraban y no dejaban de hacerse fotos o videos. El grupo de chicos de su derecha no paraban de emitir ruidosas carcajadas y dar golpes en la mesa, o arrastrar estrepitosamente las sillas hacia atrás para reírse.
De momento no había nada fuera de lo normal, así que permanecí en mi mesa un poco más. Saqué mi presunto almuerzo olvidado en casa y me lo comí mientras seguía observando de manera disimulada mi entorno para no parecer una persona que solo venía a observar a los demás con miradas inquisitivas.
Terminé mi almuerzo y nada pasó. Nadie se me acercó. Nadie me dijo nada. Seguí esperando. La espera se me estaba haciendo eterna, por eso saqué mi teléfono y revisé mis redes sociales. De vez en cuando iba levantando la cabeza del móvil para visualizar el panorama.
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MÁS QUE UN SUEÑO
Fiksi UmumCuando el verano finaliza y da paso al otoño, todo parece cambiar para Norah y sus amigos justo en el momento en el que ella encuentra algo que no estaba allí antes. Algo que parecía tan insignificante, pero que resultó tener cierta importancia. Al...