MÁS QUE UN SUEÑO

Capítulo 37: Respuestas.

Mis párpados cerrados ya no eran negros como los recordaba la última vez. Ahora tenían un tono anaranjado luminoso. Al instante de darme cuenta de eso, noté cierta calidez sobre mi rostro. No quería abrir los ojos, así como estaba me encontraba muy cómoda. Sin embargo, quería enterarme de lo que pasaba a mí alrededor. Lo último que recordaba era un gran destello de luz blanca que lo inundó todo. Esa luz salió de una esfera que yo misma sujetaba con la mano.

Del shirikantt.

Apreté mis puños. Sin embargo, solo noté las palmas de mis manos. La esfera ya no estaba ahí. No entendía nada.

Ni como había salido del campo protector de energía ni cómo había llegado hasta mis manos instantes atrás. Ni porqué se hubo producido el destello ni porque ya no tenía el elemento.

Por eso deduje que fue todo un sueño.

Tampoco entendía por qué ya no estaba donde lo dejé todo. La luz que mis párpados prohibían colarse en mis ojos era muy potente en comparación con la de la sala, que era tenue. Además, mi cuerpo descansaba en algo mucho más blando y cómodo que el suelo. Todo indicaba a que ya no me encontraba en esa estancia.

Abrí mis ojos con dificultad porque necesitaba respuestas. Los rayos de luz me cegaron y tuve que cerrarlos otra vez. Volví a intentarlo y poco a poco fui habituándome a la luz hasta que pude distinguir el dosel de una cama. Estaba muy ornamentado con detalles dorados sobre la tela púrpura.

Miré más allá del dosel y vi unas paredes que delimitaban la habitación. En la de la derecha había una ventana por la cual entraba la luz. Si no me equivocaba, estaba en una habitación del palacio, pues era muy similar a las que habíamos registrado Diego y yo con anterioridad.

Diego.

¿Dónde estaría él? ¿Y Georgia y Kai? Tenía que encontrarlos, así que no me lo pensé dos veces e intenté sentarme en la cama para después levantarme, pero un dolor recorrió mi muslo al moverlo. Por inercia, intenté apoyarme sobre los codos para enderezarme y otras dos punzadas de dolor en el brazo y abdomen me obligaron a pensármelo mejor. Permanecí unos segundos quieta sobre el colchón, pero así no averiguaría nada sobre mis amigos. Por ello, con el brazo sano quité las sábanas de encima de mí. Me levanté la camiseta del pijama y observé que un trozo de venda y gasa reposaba sobre la herida. Lo mismo en mi brazo y en mi pierna.

¿Cómo era que no me había muerto por desangramiento? Debió ser un milagro porque no le encontraba explicación. Tampoco recordaba cómo había llegado a ese lugar. Quise hacer caso omiso al dolor de las heridas y conseguí sentarme sobre el colchón y relajarme un poco.

A los pocos minutos escuché la puerta abrirse detrás de mí. Giré la cabeza con rapidez y vi a una chica joven de pelo rizado muy oscuro, al igual que su piel.

—Veo que ya te has despertado —observó con una cálida sonrisa en sus labios.

—Hope —susurré, incrédula—. Estás bien.

—Sí. Tú no, por eso debes descansar.

—Pero, ¿cómo es que estoy aquí? ¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo fue un destello que salió del shirikantt —Al recordar aquello me alarmé sobre el objeto—. ¡Hope, conseguí el shirikantt!, pero ya no sé dónde está. ¡Por eso tenemos que encontrarlo!, ¡tenemos que seguir con la misión! —comencé a balbucear—. Me dormí justo después de eso, y... y antes también —me desanimé un poco al no poder distinguir si fue real o solo un sueño—. ¿Sabes cuánto...?

—Shh —siseó con suavidad—. Debes descansar. Después te lo contaré todo.

—¡No! —contradije más severa de lo que me habría gustado—. Ya estoy descansada. Lo que necesito son respuestas —le supliqué con la mirada.