No había mejor forma de cerrar una semana que ir al cine un domingo por la tarde.
Tras haber ganado la apuesta que planteó Kai respecto a nuestra investigación, él se vio obligado a cumplir su promesa, a regañadientes.
Nos encontrábamos haciendo cola en las taquillas para comprar las entradas de la película y la escogida fue una de terror. Yo no solía ver películas de ese género, pero esa vez decidí salir un poco de mi zona de confort y complacer a Kai porque a él le encantaban.
Desde nuestra posición venían ráfagas de olor a palomitas recién hechas. El estómago me rugió y por lo visto mi amigo lo escuchó, porque me dijo:
—Te entiendo. Huelen muy bien.
Cuando por fin nos tocó turno y compramos las entradas, nos dirigimos a la cola para comprar palomitas y bebida. En un momento que me giré, me pareció ver a nuestro profesor de educación física entre las cabezas de las personas que se fueron colocando detrás de nosotros.
—Kai. ¿Ese no es el profesor de educación física? —Le hice un toque en el brazo y señalé a donde estaba mirando con la cabeza.
—No. —Entrecerró los ojos para forzar la vista—. ¿O sí? Ostras, sí que es.
Iba con una mujer de su edad, la que supuse que sería su esposa. Cuando caminaron para ponerse en la cola, pareció reconocernos porque le dijo algo a aquella mujer y se aproximó a nosotros con una sonrisa.
—Hola chicos. Qué sorpresa veros aquí.
—Hola Jake —saludé nombrándolo.
—Hola —saludó Kai al mismo tiempo que yo.
—Espero que no os pidáis muchas chucherías —advirtió en un tono de guasa—. Igualmente, mañana a última hora os pondré a correr para quemar esas calorías —rió.
—No te molestes. —Hice un gesto con la mano para quitarle importancia.
—Ah, sí. Hablando de mañana a última hora, me temo que me pondré malo y no podré asistir. ¡Qué pena! Con lo que me gustan tus clases —bromeó Kai.
Jake volvió a reír.
—Qué graciosillo estás hecho, Kai. Bueno chicos, me voy a hacer cola con mi mujer. Pasadlo bien y disfrutad de la película.
—Igualmente —deseé con amabilidad.
—Adiós —se despidió Kai.
Después de unos minutos la cola fue menguando y llegó nuestro turno para pedir.
—Palomitas con caramelo medianas, una cola mediana y un Kinder Bueno, por favor —pedí yo primero. Por supuesto que el barquillo no podía faltar.
—Uno grande de palomitas normales, un refresco de naranja grande y un perrito caliente, por favor.
Como era de esperar, Kai se pidió bastante comida y seguramente, a la mitad de la película volvería para rellenarse las palomitas. Desde que tenía memoria, cuando íbamos el grupo entero al cine lo hacía y esta vez no iba a romper la costumbre.
—¿De verdad vas a tener suficiente con eso? —pregunté, aun conociendo la respuesta.
—Claro que no, eso son minucias. Pero no me puedo permitir gastarme la paga, ¿sabes? —contestó un poco ofendido.
—Ya —dije entre pequeñas risas.
Pagó la comida y nos dirigimos a la sala que indicaban las entradas. Las puertas estaban abiertas y las luces encendidas. La sala no estaba muy llena, pues el estreno de la película fue hace una semana, así que no tuvimos problemas en coger asiento en las primeras filas para tener una mejor experiencia. Supimos que la película iba a empezar en breves cuando las luces se apagaron y el proyector se encendió, listo para proyectarla.
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MÁS QUE UN SUEÑO
Ficção GeralCuando el verano finaliza y da paso al otoño, todo parece cambiar para Norah y sus amigos justo en el momento en el que ella encuentra algo que no estaba allí antes. Algo que parecía tan insignificante, pero que resultó tener cierta importancia. Al...