Capítulo 11: ¿La verdad?

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Viernes, 3:30 AM.

Miró hacia el suelo y sintió vértigo. Estaba demasiado alejada del suelo, así que se aferró a lo primero que encontró.

—¡Jesús! —El hombre rio, provocando pequeños temblores en su cuerpo mientras lo hacía— vas a asfixiarme.

La pequeña hizo pucheros con sus labios, enterrando su cabeza en el hueco del cuello del hombre.

—¿Tienes miedo? ¿De qué? Papá está aquí para protegerte siempre. Jamás lo olvides.

La pequeña sacó su cabeza de su escondite para ver el rostro del hombre que decía ser su padre. Esa era su oportunidad para conocerlo.

Al fin.

Su rostro era borroso, pero pudo distinguir el color de sus ojos.

Eran...

El ruido de un trueno la despertó. Se sentó en la cama de golpe, viendo a su alrededor y volviendo a la realidad. La lluvia parecía no cesar y los relámpagos tampoco.

Se sintió tan despierta de pronto. Sin embargo, el sueño aun estaba reciente en su memoria. Había escuchado a su padre.

Ella sonrió. Se acomodó en la cama y cerró sus ojos, deseando seguir con el mismo sueño y poder ver más de aquel hombre.

Quería recordarlo, a él y a su madre. Lo deseaba con todo su corazón.

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A las seis, Josie miró a Normani bailando detrás del mostrador en recepción.

—Hoy estás más feliz que de costumbre.

—buenos días, Josie. Y si, siempre puedes mejorar el humor. Así que no te sorprendas si mañana me encuentras cantando a todo pulmón. —Le guiñó divertida dejando de bailar—. Ten —le tendió un papel—, estás son las nuevas normas. La nueva dueña es bastante... empática.

Josie alzó una ceja.

—¿Eso qué significa?

—Lee las indicaciones y sabrás —dijo, desapareciendo por las puertas del pasillo del vestíbulo.

Negó sonriendo y se dispuso a leer el contenido.

Frunció el ceño. Las nuevas indicaciones decían que cada inquilino tenía una semana de retraso permitida si no llegaban a pagar a tiempo. Otra de ellas, decía que iban a remodelar los apartamentos, agregando más espacio y amueblando cada uno de ellos. Y todo eso, son llegar a aumentar el precio de la renta.

Ella jadeó. Esa mujer no era humana, era una diosa.

No supo por qué, pero tuvo el impulso de darle un beso rápido al papel con una sonrisa.

La vida estaba empezando a sonreírle también.

Al llegar a su edificio saludó a cada persona que se le cruzó con una sonrisa.

—Woah, Josie. ¿Cuántas tazas de café te has bebido esta mañana?

—ninguna —sonrió.

—entonces tendrás que darme de lo que te fumas, porque realmente lo necesito ahora. —Josie le dio un golpe en el brazo haciéndola perder el equilibrio.

—ya sabes que no fumo, Judy. —Rio a carcajadas con la rubia.

—ya dime qué te tiene de tan buen humor. Creo que deberían darte más días libres como ayer, supongo que es por eso que sonríes tanto.

Miró a la castaña con el ceño fruncido.

—¿o no será... que la señorita Mikaelson te invitó a salir de nuevo?

El Océano De Tus Ojos ~HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora