Capítulo 10: Mi pequeño Koala

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Josie no recordó como respirar. Hope la sostuvo de los brazos y la pegó a su cuerpo.

—n-no p-puede vender. E-este lugar e-es mi h-hogar —hipó.

—esto no se va a quedar así, Josie. Lo voy a arreglar.

***

No sabía qué hacer.

Fue al comedor por un vaso con agua para dárselo a la castaña y esperar a que ella se calmara. Había recuperado su color hacía unos minutos y empezaba a respirar con normalidad, por eso se arriesgó a dejarla sola por unos momentos mientras iba por el agua.

—hablaré con el señor Zari —dijo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta del hombre encargado del orfanato. Hope negó, tomándola del brazo inmediatamente, evitando así que siguiera con su plan.

—aún tienes que recuperarte. —Miró la súplica en los orbes marrones, y la manera en la que sus labios temblaban, se dio cuenta de que estaba haciéndose la fuerte. Ella estaba apunto de ponerse a llorar, y no sabría qué hacer si eso llegara a pasar.

Se aclaró la garganta, deshaciéndose del nudo en ella.

—yo iré. Quédate aquí —demandó con expresión seria. Josie iba a negarse, pero ella la señaló con su dedo—. Confía en mi, Jo.

Por primera vez, Josie hizo lo que ella le dijo.

Tocó la puerta y fue invitada a pasar de inmediato. Miró al hombre rubio detrás del escritorio de caoba y chasqueó la lengua.

—señor Zari, es un placer conocerlo al fin.

El hombre la instó a acercarse y sentarse.

—entonces... ¿en qué puedo ayudarla, señorita... ?

—Hope —dijo simplemente.

El hombre le brindó una sonrisa sin mostrar sus dientes y asintió.

—mucho gusto, señorita Hope. He sabido que ha frecuentado este lugar muy seguido esta semana. ¿está pensando en adoptar?

No se había detenido a pensar en aquello y, aunque no era el tema principal por el que estaba allí, se lo preguntó a si misma. ¿querría hijos?

Bueno, quizás en un futuro.

Cruzó sus piernas y dejó sus manos descansar en su rodilla.

—no —respondió, sorprendiendo al rubio pero lo dejó pasar—. Estoy aquí, porque quiero saber cómo está eso de que va a cerrar el orfanato.

El hombre abrió la boca y rio. —Entiendo. —Entrelazó sus manos y se apoyó en su escritorio—. Pues... es así, señorita Hope. Me ha llegado una oferta para vender este lugar, así que... —Extendió sus manos.

—¿Qué pasará con los niños? —Eso era lo que le preocupaba en realidad.

—cada uno será reubicado en los distintos hogares en la ciudad.

—¿va a separarlos?

El hombre le dio una sonrisa irónica.

—por supuesto. De todas maneras, de no hacerlo, cuando sean adoptados tendrán que separarse.

Hope negó incrédula por las palabras indiferentes de aquel hombre.

—muchos de los niños aquí tienen tiempo de estar en el programa y no han sido elegidos. Eso los hace ver este lugar como su hogar.

—eso no es problema mío. —Frunció los labios y negó.

—imbécil —siseó entre dientes.

—¿perdón?

El Océano De Tus Ojos ~HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora