Capítulo 3: Sol de Invierno y Sol de Verano

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Aquella mañana de martes, Josie se levantó con toda la pereza del mundo. Cuando regresó a su casa la noche anterior, después de sentirse miserable unos minutos, arregló su pequeño apartamento hasta volverlo un espacio presentable. Sin embargo, para lograrlo, tuvo que quedarse hasta tarde y se fue a dormir ya en la madrugada.

Se aseó y vistió para ir a su trabajo. No tuvo problemas en el metro para llegar al edificio y, ciertamente, tuvo tiempo para comprarse algo para desayunar antes de entrar. Se preparó para la dura jornada que le deparaba respirando hondo.

La mañana se la pasó bastante tranquila, pues su jefe había llegado tarde. Al medio día, para ser exactos. No obstante, al llegar todo dio un giro.

Saludó a Judy, la única chica con la que había congeniado en lo que tenia de trabajar allí y entró a la oficina de su jefe.

—¿quería verme? —inquirió tímidamente, viendo al hombre detrás de su escritorio con el ceño fruncido mientras tecleaba en su computadora.

—claro que no. Te llamé para que hagas un trabajo para mi, no para verte —respondió cortante. Josie se contuvo de hacer una mueca. —Tienes que llevar estos documentos al piso de arriba y asegurarte de que los firme.

Josie no quería preguntar, por miedo a que fuera duro con ella, pero no tenia opción.

—¿quién?

El hombre levantó la vista de su monitor un segundo para verla con una ceja levantada.

—la señorita Mikaelson, por supuesto —gruñó. Josie tragó. Se acercó al escritorio y tomó los papeles que le encomendaron y salió de allí rumbo al ascensor.

Estando en la soledad del interior del pequeño espacio, casi se echó a llorar. Él era un idiota. Al llegar al piso, miró hacia ambos lados sin saber a donde tenia que ir exactamente. Nunca la habían mandado al piso de arriba y tampoco conocía a la señorita Mikaelson.

Se plantó frente a unas puertas dobles que al frente tenían el nombre Elizabeth Mikaelson escrito.

¨Bien, ya es algo¨.

Sorpresivamente, no había un escritorio de secretaria cerca, así que tocó la puerta, obteniendo un amortiguado ¨pase¨, como respuesta. Ella abrió las puertas con dificultad debido a la montaña de papeles que llevaba consigo y miró al frente. Una mujer de ojos azules la recibió con una sonrisa divertida desde su lugar detrás de un hermoso escritorio de madera.

—señorita Saltzman. Es un placer conocerla al fin. —La mujer, que tenía una hermosa cabellera rubia, se levantó de su asiento y rodeó el escritorio hasta plantarse frente a Josie que la miraba con la boca abierta.

—se-señorita Mikaelson. El placer es mío —logró decir. La rubia sonrió mostrando su perfecta dentadura.

—puedes llamarme Lizzie —dijo sin borrar la sonrisa mientras tomaba los papeles de las manos de la chica. —¿es esto nada más lo que tengo que firmar? —Josie no respondió de inmediato, estaba anonadada por la actitud de la rubia hacia ella. Desde un principio pensó que al ser la jefa principal de aquella empresa, tendría una actitud de diva o algo por el estilo.

Pero no era así, y eso le agradó.

—así es.

—bien, porque tengo que salir a almorzar. Mi tonta hermana me dejó plantada ayer a esta misma hora, así que hoy voy a vengarme. —La rubia se frotó las manos teniendo una sonrisa malévola en su rostro, haciendo reír a Josie. —Terminaré pronto para que puedas ir a almorzar tu también—. Josie agradeció su amable gesto con una sonrisa.

El Océano De Tus Ojos ~HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora