Capítulo 6: Pinche Lizzie

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HOPE POV'S

El cielo se nubló, por lo que podía ver desde mi lugar en el sofá por entre las ventanas únicas del apartamento.

Observé cada detalle de su rostro mientras relataba parte de su vida. Se me había hecho bastante fácil el que ella se abriera conmigo y ahora estaba apreciando cada parte de su pasado.

Dijo que no sabía nada sobre sus padres. Ni siquiera sabía como había llegado al orfanato, sin embargo, lo único que conocía era la edad en la que había ingresado; dos años.

—¿nadie supo nada más?

Ella negó suavemente mientras miraba al suelo con expresión perdida.

—Lo que te he dicho es lo que Ally logró recopilar para mí; ella es más cercana al señor Zari. —Se encogió de hombros.

El señor Zari, según lo que Josie me había contado, era el que administraba el orfanato. Él, junto a Ally y otras personas que laboraban en el lugar, habían sido parte de su familia durante el tiempo que estuvo allí.

Amelia, sin embargo, había sido su mayor apego. Y sabía que el sentimiento era mutuo.

—Estuve allí dieciséis años y nadie fue a reclamarme o, ya por último, adoptarme. —Sus hombros cayeron al igual que sus ojitos al ponerse triste.

Apoyé mi mano en sí espalda con cuidado. Me alegré cuando ella no se apartó de mi contacto.

—entonces, ¿tu apellido...?

Ella sacudió su cabeza, como deshaciéndose de algún pensamiento indeseado y finalmente me miró.

—Cuando cumples la mayoría de edad en un orfanato, para estar a tu merced, deben inscribirte como ciudadano estadounidense. Así que, también te asignan un apellido, en mi caso, es Saltzman.

El brillo en sus ojos me hizo mirarla con atención.

—El que, además, es bastante raro en esta ciudad —ella continuó. —Con Ally, por otro lado, no fue necesario; ella ya contaba con el apellido de sus padres.

Asentí, haciéndole saber que comprendía.

—Entonces, ¿ella es Ally...?

—Hernández. Allyson Hernández.

Me quedé pensando un segundo, pero...

—No me suena.

—La verdad, no esperaba que lo hiciera —dijo al levantarse del sofá y tomar las tazas vacías. —Eran migrantes mexicanos —continuó mientras se movía hacia su pequeña cocina.

La miré extrañada.

—Fallecieron a solo dos meses de haber llegado al país —continuó ella. —Una pena.

Asentí, apesar de que ella me daba la espalda.

Me giré para ver un pequeño reloj de mesa a un lado del sofá y gruñí.

Ella me escuchó dándose la vuelta.

—¿Ya tienes que irte? —Quise creer que su tono era de decepción.

—Si, ya es algo tarde. —Fruncí la naríz y ella rio por mi gesto.

—bien, no te atraso más —dijo, secándose las manos con una toalla y girándose hacia la puerta.

La seguí inmediatamente y me paré a su lado en el umbral de la entrada.

—Tu apartamento es muy bonito; tienes lo que necesitas.

Ella se apoyó en la puerta viéndome con una sonrisa.

—¿cuánto durarías en un lugar así?

Hice como que pensaba un segundo y le respondí con una sonrisa de lado.

El Océano De Tus Ojos ~HOSIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora