19. Trauma

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Nota: Este capítulo puede ser delicado para algunas personas pues hay toques y caricias no consensuadas de un personaje a otro con algo de violencia. Recomiendo discreción.

...

     La almohada estaba húmeda. Se puso las manos en la cara y se dobló de dolor a un costado. Era la tercera vez en la semana que despertaba llorando. Los sueños no se habían detenido. Valentino de nuevo aparecía detrás de él, persiguiéndolo. Regresaba para robar cordura, sensaciones y deseos perdidos. Se dio cuenta de que tenía un escozor en la garganta. Había gritado dormido.
     Puso ambas manos en la cabeza y se la presionó, avergonzado de sí mismo. Apretó la quijada y cerró los ojos, deseando con todas sus fuerzas poder descansar. Inhaló, y continuó llorando.

     Escuchó ruidos en el pasillo. Se mordió el labio, aguantando con todas sus fuerzas las ganas de soltar un sollozo.

     Aguzó el oído. No escuchó nada más.
     Esperó y esperó para poder sorber por la nariz. Una vez que calculó que había pasado el tiempo suficiente, lo hizo. Se sentó en el colchón y miró por la ventana hacia la ciudad. Desde lejos divisaba el anuncio del estudio pornográfico. Se le alteró el pulso, así que dejó una de sus manos sobre su pecho, pensando.

     Valentino había hecho y deshecho con él un muñeco que le sirviera. Era, principalmente, la epítome de su más oscura fantasía. Mujeres tenía por montones, pero un demonio con la gracia de Angel Dust pocas veces se encontraba en el infierno. Era una desgracia.
     Angel jamás se había sentido tan lindo y tan destrozado al mismo tiempo. Negó con la cabeza, suspiró e inclinó el torso hacia el frente, reposando los codos sobre los muslos. No quería morir. Lo había pensado muchas veces, pero esa, en específico, no la quería. El hotel era un lugar seguro para una de sus más terribles condenas.

     Pasó los brazos alrededor de sus hombros. Tenía que calmarse.

     Una vibración lo puso en guardia. Sintió de dónde provenía. Era una araña después de todo. Su estilo de caza era, al final, basada en las ondas a su alrededor. Se quedó quieto. Venían de adentro de su habitación. Se dio la vuelta de golpe, alzándose de la cama, y se topó con los brillantes ojos de Alastor, acompañado de su característica sonrisa.
     Angel no movió ni un músculo más. Estaba a la defensiva.

     Alastor se rió, soplando aire por la nariz.
     —¿Mucha diversión, querido? ¡Escuché tus gritos hasta mi estudio! —dijo, paseándose por la oscura habitación. La escudriñaba de esquina a esquina—. Qué acogedora...

     —¿Vienes por una disculpa?

     Alastor se acercó a donde dormía el pequeño cerdo mascota del actor.
     —Tal vez. Estaba a media transmisión... —respondió, observando cómo el animal se ocultaba debajo de las mantas, gruñendo. Ensanchó la sonrisa, divertido—. Parece que no soy bienvenido en este lugar...

     —Vete de mi habitación —Angel se secó las lágrimas y caminó hacia él—. Ahora. Vete.

     —Solo he venido a hacerte compañía. ¡Tú me conoces! Me encantan los quejidos de dolor, los berreos del desespero... ¡Y tu llanto me ha atraído hasta aquí! —Alzó los brazos, celebrando a sus palabras—. Dicen que un hada nace cada vez que un bebé ríe, pero yo me vuelvo más fuerte cada que escucho a un mariquita como tú soltar el llanto.

     —Ridículo. No tengo ánimos para escucharte... Vete, por favor.

     —Te recuerdo que este hotel es ahora, también, parte de mi propiedad. Soy socio de la princesa Charlie, y por ende, puedo hacer lo que se me plazca con él. En este caso, he querido venir a hacerte una visita nocturna. Algo así como... Una caridad. Sí, algo así... ¿No soy bondadoso?

Angstober: RadioDust  [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora