27. Ángeles como tú

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     —Qué maravillosa sorpresa. ¿Todo bien por acá? —Alastor le puso las dos manos encima a Angel, cubriéndole los hombros—. ¿Te diviertes, querido?

     Angel se giró para mirarlo. Alastor tenía la mala costumbre de llegar sin avisar y tomarse confianzas que no estaban en él. No se sorprendió de encontrárselo en el club, sino de la audacia de quedarse ahí después de que Valentino, Vox y Velvette lo hubiesen vetado para siempre.
     Angel lo jaló de la corbata, acercándoselo a la cara.
     —¿¡Qué haces aquí!?

     —¡Beber!

     —¡No deberías estar aquí! ¡Tienes qué irte!

     —¡Muy tarde! Ya desaparecí al cadenero y no creo que vaya a regresar en mucho tiempo. ¡Ja, ja, ja!

     Angel se asomó por encima de las cabezas de los clientes. Vio a Valentino y a Vox hablando en la entrada de un pasillo desolado. Suspiró, obligándose así a mantener la calma.
     Soltó a Alastor.
     —Que no te vean conmigo. No quiero problemas.

     —Ah, ¡vamos Angel! Vine a verte. Tenía muchas ganas de volver a deleitarme con tus movimientos. Eres de los pocos que logran cumplir con mis expectativas...

     Angel se acomodó el cuello de la chaqueta esponjosa de terciopelo que llevaba, ignorando la temperatura en su rostro.
     —¡Si te ven aquí me meteré en problemas!

     —Pues ojalá que sean problemas que involucren a Vox. Me gustaría generarle un... Corto circuito. ¡Se ve tan ridículo cuando... !

     Angel tomó a Alastor y lo empujó debajo de la mesa. Enfadado, el overlord le enterró las garras y los cuernos en las piernas. Lo que él no sabía era que Velvette iba pasando por ahí. Por suerte, tenía la vista pegada a su celular.
     Una vez se perdió entre las mesas, Alastor se levantó. Tenía los ojos como diales.
     —¿¡Por qué hiciste eso!?

     —¡Velvette!

     —Bah...

     —Si vas a quedarte aquí, ocúltate —Angel se cruzó de brazos—. Agradece que ya no eres tan conocido como antes. Sino, ya te habrían sacado de aquí esos idiotas...

     —¿¡Cómo puedes decirme eso!? ¡Soy Alastor, el demonio... !

     —Cállate, anciano.

     Angel se levantó del asiento y miró hacia el escenario.
     —Tengo que irme. ¡Sé discreto! Ve a una de las mesas del fondo... No quiero problemas.

     —Sí, sí, sí... Ridículo.

     Alastor obedeció al poco rato. Apareció en una mesa contigua a las paredes principales del estudio. Apretó el puño. Un vaso de whiskey apareció en la mesa. Lo olfateó un poco.
     Pudo ver desde lejos que Valentino y Vox estaban sentados uno al lado del otro en un diván, fumándose un puro. Un montón de chicas llegaron a recostarse con ellos. Chasqueó la lengua.
     Era una escena digna de película ochentera.

     Angel estaba en su camerino, preparándose para el show. Miró el reloj encima de su espejo.
     Se colocó lápiz labial y un poco de sombra de ojos. Abrió de golpe un cajón lleno de perfumes. Eligió el más chic que encontró y se bañó con él, luego colocó unas gotitas de una pócima de Asmodeo detrás de su cuello. Un demonio tocó a su puerta para avisarle que ya casi era su turno. Se le puso la piel de gallina. Estaba emocionado por tener a Alastor comiendo de la palma de su mano. Nunca se imaginó que el demonio más insoportable de todos, pero de los más llamativos del infierno andaría detrás de él.
     Se dio un último vistazo, sopló un beso para sí mismo y salió.

Angstober: RadioDust  [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora