24. Te dejé ir

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     El verano se volvió diciembre de golpe para Angel. Había encontrado a Alastor con alguien más. De eso ya habían pasado dos meses, pero la herida continuaba fresca, abierta en su pecho. Por ratos se quedaba mirando hacia una pared de forma fija, sin ser consciente de lo que estaba pensando o sintiendo. No le gustaba ser visto así, pero no podía evitarlo. Los recuerdos llegaban cuando menos lo contemplaba. La culpa era mucha.
     Sintió que no merecía reír, comer o dormir, que las cosas no tenían sentido desde que Alastor había hecho lo que hizo. Esa misma noche que lo descubrió, cortaron. Alastor no era muy comprometido. Iba de un lado al otro buscando diversión instantánea, algo que le subiera un poco el ego. Angel ya se había acabado por completo. Ya no le servía.
     Alastor le pidió una segunda oportunidad, pues era su seguro. Así que, cuando Angel se la negó, le soltó un montón de frustraciones encima.

     A Angel no le importó eso. Él solo pensaba en la terrible sensación de no recibir una disculpa. Con el corazón roto, lo dejó ir. Lo empujó para que siguiera su camino. Se soltó de él y cayó al vacío.
     Se dijo para sí mismo: "por favor, no nos hagas competir entre nosotros".

     Alastor continuó con su vida. Se enganchó de un par de personas más; no resistía. No había nunca un hilo tan grueso como el de Angel que pudiera jalar sin pensar que no se rompería. La chica con la que lo había encontrado pronto pasó a segundo término, y así continuó la larga fila. Era un hombre guapo, con un carisma pulido por tantos, tantos años de experiencia engatusando a quien se le pusiera en frente.
     Para Alastor fue muy sencillo lastimar a Angel. Lo conocía. Eran muy similares.

     Lo intentaron una segunda vez, y el sueño se volvió una pesadilla. Fue un intercambio ininterrumpido de palabras vacías que solo alimentaron a Alastor por un rato.
     Angel, harto y confundido, pintó una línea. Convirtió las gigantescas escaleras que había construido para llegar hasta Alastor en una cerca alrededor de él. Si el animal no iba a enjaularse a sí mismo, entonces él se encerraría. La bestia era libre, digna de observación. Solo eso.
     Un objeto.

     Por tercera vez Alastor quiso acercarse. Angel lo miró, tratando de saltar la cerca.
     Hambriento de por vida, el overlord esperó con una sonrisa la siempre lista reacción de quien alguna vez tuvo todas las ansias de abrirle su corazón. Se acicaló a sí mismo, tratando de lucir presentable. Todo lo que tenía era un tiro.

     Silencio. No hubo nada.
     La mirada de Angel se perdió en el vacío que Alastor no pudo llenar nunca. Era espacio vacío, muerto, un lugar jamás ocupado, un vínculo que nunca existió. Angel ni siquiera tuvo qué pedirle que se fuera, pues había desaparecido hacía mucho tiempo atrás.

...

Me proyecté otra vez. Perdón que esté enredoso... Es que GONE, GONE/THANK YOU es otro pedo.

Angstober: RadioDust  [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora