21- no puede ser

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Arriba están los amigos de Joe, que faltaban por mostrar. ¿Verdad que son hermosos?

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¿Qué rayos dijo? ¿Miguel está aquí? ¿Esto es una puta broma?

Me giro sin poder creer lo que Katy dice, y sí, ahí está él, sonriendo al lado de una chica rubia, que logro ver su rostro. Ella está de espalda y  el no se ha  dado cuenta de mi presencia, por lo que veo.

Ay no, esto es incómodo. Estoy muy nerviosa. No quería ver a este idiota de nuevo. Me queda claro que yo a él no lo quiero.

—Ay Dios Katy, vámonos, debemos irnos. Miguel no puede verme, no quiero más problemas.

—Si, entiendo, esperemos a los chicos. Les diremos que queremos marcharnos o no se, decir alguna excusa.

—Bien, ahí vienen ellos.

Respiro hondo y sonrío para disimular los nervios y que Joe no se de cuenta.

—Chicas vámonos —exclama Joe con un tono  molesto y serio.

—¿Qué pasa amor?

Lo tomo de la mano y lo miro a los ojos.

—No no es nada, es que no quiero estar aquí. Ya quiero irme, amor, y estar contigo — respondió. Aun así se notaba furioso, como si huyera de alguien. ¿Será que la chica que estaba en el tocador, era de algo de él? Quizás encontraron y eso le incomodó. Ay no, ¿será que vió a Christian? No, no debo pensar en esto, debo irme. No quiero que Miguel me vea.

Rapidamente salimos de la disco después de pagar la cuenta. No quise mirar para ningún lado. No quería encontrarme con la mirada de Miguel.

Ya estamos todos en el auto. Joe, aún se ve muy enojado. No entiendo que pasa. Yo ni siquiera puedo pensar, y Miguel prácticamente arruinaría mi noche. Menos mal que no me vió.

Todo fue un incómodo silencio entre los cuatros. Katy no decía nada porque sabía de mi angustia, y Bruno tampoco hablaba para no incomodar a Joe, y así llegamos a la villa. Sin decir ni pío, con una tensión molesta.

Todos bajamos del auto y Joe, esta vez no sostuvo mi mano,  entró a la casa por su cuenta.

—Joe, ¿qué pasa? —pregunto caminando detrás de él.

—Hablamos mañana, hoy necesito dormir sólo. Me duele la cabeza.

Sin permitir que yo responda entró a su habitación.

Me quedo en medio de la nada con un sabor amargo en mi paladar. Me duele que me haya dicho eso.

—Anny, yo iré a dormir con Bruno, ¿qué harás? ¿Te quedarás sola aquí o dormirás con Joe? —pregunta Katy con cierta dudas en su rostro.

—No sé , Joe me dijo que le dolía la cabeza, y que vendría ahora a hacerme compañía —le miento, porque no quiero arruinar su noche con Bruno—. La verdad creo que está un poco enojado, vete a donde Bruno, él te espera. Buenas noches —me despedí entrando a mi habitación y retirando toda mi ropa. 

Tengo tantas ganas de llorar, no quiero estar sola. Siempre todo termina mal. Joe me trata mal y ahora aparece el idiota de Miguel, no quiero verlo más.

Terminé mi ducha, y me pongo una una bata blanca que  me llega a un dedo por arriba de mis rodillas, es corta, y recuerdo haberla comprado para usarla con Joe. Tengo ganas de ir a su habitación, pero no puedo, no quiero su rechazo, y mi orgullo de mujer no puedo perderlo así de fácil. Mejor me dormiré.

Tengo miedo, no me gusta dormir sola, dejaré una lampara encendida. Retiro mis lentes, y ya de una vez por todas, dejaré de pensar en todo esto. Solo deseo dormir y olvidarme de todo lo sucedido este día.

Por siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora