44- dime que me amas

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—Yo no quiero dinero, solo quiero hacer algo contigo —respondió aquel hombre. Desconozco su voz porque se escucha muy gruesa, de hecho parece que está hablando a través de un aparato que cambia voces.

No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

—Entonces..., ¿qué quieres de mí? ¿Qué quieres hacerme? Por favor, no me hagas daño —suplico.

Nuevamente  lloro por temor, de pronto toca mi pierna y me remuevo, pero sigue subiendo hasta llegar al ruedo de mi vestido.

—¡No, por favor! —imploro.

—Tranquila, no te haré nada que no desees, solo quiero jugar un juego contigo y tendrás que aceptarlo quieras o no quieras. No tienes escapatoria, hermosa —menciona y el llanto se me escapa nuevamente. Respiro profundo y trato de calmarme.

—¿Qué juego? ¿¡Qué maldito juego!? —exclamo exigente.

—Un juego en que descubrirás quien soy. No me verás, no me tocarás, solo sentirás lo que te haré. Si tanto me conoces, sabrás quien soy.

—¿Yo te conozco? ¿Quién eres? —inquiero más calmada, pero tengo dudas.

No creo que Joe sería capaz de llegar a tanto.

—Descuida, cuando me sientas sabrá quien soy —respondió.

Esto me atemoriza bastante por su voz tan gruesa y por lo que imagino que me hará. El infeliz quita mis zapatos pese a que le estoy lanzando patadas, pero me sujeta y su fuerza me debilita. De pronto me acaricia con sus manos y con sus lengua recorriendo desde la pierna, hasta situarse cerca y respirar cerca de mi nariz.

—No me hagas, esto por favor, no, te lo ruego —suplico, pero siento sus labios besarme e intento girar la cabeza, pero al sentir sus besos, no pude resistirme.

Conozco esos labios, conozco sus besos. Es Joe quién está haciendo esto.

Muy bien Joe, estás jugando con fuego, pues te daré donde más te duele y seré mejor jugadora. Eres un malparido.

—¿Sabes quien soy? —pregunta y me quedo en silencio por unos segundos.

—No sé quien diablo eres, ese beso ha sido él peor que me han dado, ni siquiera sabes besar —respondo fingiendo molestia.

—Ah, que no recuerda mis besos. Veamos si no recuerdas mis caricias y todo de mí —dijo y siento cómo se sube encima de mí.

—No pierdas tiempo. déjame, yo no sé quien eres —respondo alterada fingiendo no saber nada.

De nuevo me besa y separa mis piernas con sus rodillas. Besa mi cuello y cada parte de mi rostro, erizando mi piel.

—¡Ya basta, me das asco! —grito, pero en realidad me está jugando el juego.

Sé que es Joe y por eso mi mente y mi cuerpo reacciona a sus caricias, solo que no le pondré fácil su jugada.

El baja el cierre de mi vestido, y mis senos quedan descubiertos. De pronto el besa mis pezones, por la forma en que él lo hace, voy confirmando que es Joe.

—¿Aún no sabes quien soy? —cuestionó  nuevamente.

—No, te dije que no se quien eres, pero puedes seguir, ya me está excitando hacerlo con un desconocido, esto es una experiencia única —respondo y escucho como él se mueve a un lado.

—¿Y mi voz, la recuerdas? — inquiere y la risa me gana por ser tan idiota.

—Esa voz me parece conocida, pero es que es difícil saberlo, ya que hablas como un marica  —respondo bromista.  De repente me quita el vendaje de los ojos y los abro, mirándolo muy cerca de mí.

Por siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora