‹ャ . . . ¡29!

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Cuando despertó aquel lunes Minho no estaba a su lado, suponía que había tenido que irse temprano para buscar su uniforme y útiles en casa. Fue despertado por su alarma de siempre, la cual no tardó en apagar con un manotazo.

Se dió la vuelta en el colchón, rascando su panza mientras soltaba un gran bostezo, el aliento matutino que emanaba su boca fue lo que le impulsó a terminar de levantarse para poder asearse.

Unos minutos después ya estaba listo, sin embargo, notó cierto detalle en él que le hizo dudar en si salir o no de la habitación. Su cabello se había descolorizado, nada de aquel rojo brillante, ahora era apagado, un par de mechas eran claras.

La puerta abriéndose llamó su atención, su hermano de asomó por el umbral para así mirarle con detenimiento. Duraron unos segundos así, simplemente escudriñando al contrario, hasta que el mayor de los dos sonrió con dulzura.

— Te ves bien. Anda, baja a comer, nos vamos juntos.

Aquello fue suficiente para despejar sus dudas, y sin mirar una segunda vez el reflejo en el espejo tomó su mochila, teléfono y auriculares para salir del cuarto.






























— Entonces ayer... ¿pasó todo eso?

Asintió, pateando una pequeña roca en el camino mientras ambas manos se encontraban aferradas a las correas de su mochila. Le había contado todo a su hermano, a cambio, éste le contaría lo que había sucedido con Jin.

Tenía ciertas teorías, pero dejaría que su hermano hablara y--

— Jin y yo terminamos —al parecer tenía razón, pensó mientras miraba el semblante deprimido de su hermano mayor—. Es definitivo, él... no lo sé, creo que me odia.

— ¿Cómo es eso posible? ¡Jin hyung te adora! —protestó, intentando salvar a su cuñado del pesimista de su hermano.

— Sí, bueno... al parecer no fui suficiente para él y su enorme ego —abrió sus ojos como platos, atónito ante lo que el mayor estaba insinuando—, ah, hablando del rey de roma.

Llevó su vista hasta donde el contrario la tenía posada, observando el momento en que Kim Seokjin juntaba sus labios con los de Kim Namjoon. Sintió la ira naciendo en su pecho, todo el enojo, frustración y la decepción borboteando con estruendo en su cuerpo.

— ¿Quién demonios se cree...? es un...

— Está bien, da igual. Yo lo olvidaré, sólo no quiero que le digas nada, ¿si? es un asunto entre nosotros dos.

Asintió en silencio, apretando sus puños con fuerza al ver a aquellos dos alejarse felizmente tomados de la mano, mientras que su hermano, junto a él, parecía desmoronarse. Una idea surgió, por lo que se giró hacia el contrario mientras seguía caminando, mirándole con una gran sonrisa en sus labios.

— Tú eres guapo, eres talentoso, trabajas y tienes una vida estable. Eres todo lo que un chico homosexual o chica quiere, ¡tú también puedes buscar a alguien!

— No es buena idea, ____...

— Escucha —se puso a su par con rapidez, juntando sus hombros como si fuera a contarle un secreto al ver que se acercaban a la institución—, no tiene que ser algo serio, sólo es para aliviar el estés, despejarte. Te lo mereces, ese idiota no debe saber que estás sufriendo por él, no, hay chicos mucho mejores que Kim Seokjin.

Se puso frente a él, deteniendo la caminata cuando puso sus manos en los hombros ajenos. Le miró a la espera de una respuesta, lo estaba pensando, lo sabía, aquello le sacó una sonrisa y antes de irse le dió una abrazo.

Perdón Hyung  >>  Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora