CAPITULO 14: Alianza

20 4 0
                                    

Todo parecía estar sólo, tal vez nadie notaría que se fue.

Caminó cómo media hora y nunca le encontró fin a aquel escalofriante y tenebroso pasillo, por cada puerta que pasaba oía gritos, voces pidiendo ayuda y carcajadas que hacían que se le erizara la piel. Pero aún así siguió y no paro, deseaba salir de allí.

Pasaron diez minutos más hasta que vio una brillante luz que provenía del pasillo a la derecha, no podía creerlo, era increíble, ¿sería posible que lo había logrado?, apresuró el paso y dobló a la derecha, efectivamente en la
última puerta había una luz solar.

"¿Podría ser la salida?" se preguntó, pero no le importo nada, prosiguió con su camino, pero al casi llegar, las luces se apagaron y el rayo de luz se perdió.

Volvió a estar en la oscuridad y un escalofrío recorrió su cuerpo y una voz surgió repentinamente tras él.

—¿Te vas tan pronto?—susurró con burla.

Él hombre se dio la vuelta pero no había nadie, temió que se estuviera volviendo loco, pero aún las risas sonaban.

—Se va sin despedirse, eso no es cortés.

Él hombre volvió a escuchar la voz y las risas pero no sabía de dónde era, provocaba un temblor en él y no podía moverse.

—¿Quién eres?—logró preguntar.

—Creo que eso no es lo que quieres saber...la verdadera pregunta es... ¿qué quiero?—hizo una risa muy sonora y macabra.

Una luz se encendió detrás, el hombre sintió miedo, un nudo en la garganta se le formó y no pudo hablar, a pesar del
pánico y terror sentía mucha curiosidad de saber quién le hablaba, pero se espantó con lo que vio.

Una joven lo saludaba, tenía la cara torcida y repleta de sangre, no tenía un ojo y el único que tenía era de un rojo puro, llevaba puesto una bata blanca, aunque ya no se distinguía el color, pues resaltaba más el rojo de la sangre, sus labios también sangraban y no tenía casi dientes, en su mano cargaba un hacha y olía horrible, cómo si estuviera muerta, era tan tétrico.

Él pensó en atacarla con un cuchillo oxidado que había encontrado, pero no pudo hacerlo, quizás por el miedo de acercarse a esa espantosa cosa o la pena y el dolor que le causaría saber que había atacado a una pobre niña que de seguro había pasado por una desafortunada situación.

El corazón le latía a millón, las manos le temblaban y eso hizo que soltara el arma, sudaba cómo un cerdo y una lágrima recorrió su mejilla.

—¡No puedo!—gritó de rabia, el hombre se echó al suelo y lloro—no puedo...

Subió la mirada aún con el dolor en sus ojos y la joven lo observaba con lastima y tristeza, también parecía que estaba llorando, el tipo no entendía cómo esa cosa compartía el sufrimiento junto a él...pero eso no detuvo nada.

Se escucharon unos gritos ensordecedores en ese pasillo y cada puerta fue manchada de rojo.

_______________________________________


La mañana era tranquila y hermosa, la brisa era refrescante y los pájaros volaban libremente por el cielo, los habitantes de New York disfrutaban del tiempo en el que todo parecía estar en paz, muchos de ellos se aferraban a la esperanza de que todo cambiaría, porque nada es para siempre y sabían que pronto llegaría la armonía y la felicidad, poder ver un rayo de fe y alegría en el caos era lo que los motivaba a salir adelante, sin importar las circunstancias, ellos estaban conscientes de que tarde o temprano la justicia llegará y castigará a quién se lo merece.

Endless Nightmare Donde viven las historias. Descúbrelo ahora