Advertencia: Leve smut.
—Daella es mi única hija, no voy a permitir que la vendas como una puta común, no como me vendieron a mi a mi tío.
—Princesa Aveesy. —Viserys sonrió. —mi dulce nieta.
—Sí vendes a Daella dejaré de ser tu nieta. —la peliblanca amenazó. —no permitiré que mi única hija sea condenada a una vida así.
—Daella es una princesa, algunos dirían que nació prácticamente esto.
—Daella es sólo una niña, es mi bebé, mi dulce niña, no puedes venderla.
—Esposa. —Aemond llamó la atención de su esposa, quién se negaba a a verlo. —Aveesy, nuestra hija creció.
—¡Tiene seis años! No ha crecido, no ha sangrado, no sabe como es el acto, sí la casan, será brutalmente violada, ese hombre se dará un festín con sus huesos, la obligarán a dar a luz, mi abuela falleció gracias a eso. —Aveesy habló y Viserys suspiró.
—Ciertamente la reina Aemma...
—Ciertamente Aemma murió. —Otto cortó a Viserys. —pero era frágil.
—Mi esposa no era frágil.
—Mi bisabuela falleció en su primer alumbramiento, teniendo dieciocho inviernos, mi hija tiene seis inviernos.
—¿Subestima a su hija, princesa Aveesy?
—Protejo a mi hija de hombres como usted.
—Suficiente.
—¡No tiene derecho a meterse! ¡Daella es mi hija!
—Aveesy ha sido suficiente. —Aemond habló, su tono de voz se había elevado.
—¡Tú cállate! ¡Daella es más mía que tuya! —gritó y Aemond suspiró. —no permitiré que vendan a mi hija, no harán lo que han hecho con cada mujer Targaryen que ha estado en está dinastía.
—Viserys suspiró. —lo discutiremos frente al Consejo.
—No hay discusión Viserys, la mano de princesa Daella no está disponible. —dijo y la Mano se levantó, Aemond también se levantó. —¿Tiene algo que decir, Hightower?
—Para nada princesa.
—La mano de la princesa Daella, mi hija, no está disponible hasta que ella decida casarse y tenga la edad suficiente. ¿Quedó en su entendimiento?
—Entendido princesa. —dijeron los lores y Aveesy tomó sus faldas, marchándose del lugar.
—Has sido malcriada. —Aemond dijo, caminando tras suyo.
—Me alegra serlo sí se trata de la vida y felicidad de mi hija, tal parece que sólo yo pienso en ella.
—Aveesy...
—Es nuestra hija Aemond, tenemos muchos varones y sólo una niña, podría casarse con Baelon, Aemon, Maegor hasta con mi hermano Aegon.
—Aveesy.
—Aemond.
—Maldita sea. Daella se casará con ese lord y punto.
—¡No voy a permitir que mi hija se case con un viejo lord! ¡Y menos con un Bracken!
—¡Sí no se casa con un Bracken se casará con un Greyjoy! Entiende Aveesy, Daella es...
—¡Daella es mi hija! ¿Por qué no lo entiendes? No fue fácil traerla al mundo y menos cuidarla para que la vendas, Aemond tú eres su maldito padre.
—Y por eso no he permitido que la vendan, lo planearon desde que nació.
—¿Qué?
—Lord Bracken pidió su mano, criarla y hacerla su esposa perfecta.
—No. No Aemond, no. Mi hija no conocerá nada sí él no lo conoció primero, mi hija no respirará sí él no lo ha hecho primero.
—Amor, descuida.
—¡Ese maldito pidió a mi niña! No voy a permitirlo.
—Aveesy... mi padre lo ha dictado.
—Mi abuelo lo está considerando. Y sí la maldita Mano no se metiese él no creería que es algo bueno.
—Ya duérmete. ¿Quieres? —gruñó metiéndose a la enorme cama. —deseo tu calor, esposa. —Aveesy rodó los ojos, acostándose lejos de Aemond. —¿No fui claro? Bien. ¿Tengo qué decirlo? ¿Tengo que decir qué deseo cogerte?
—No es mi deseo Aemond.
—Bien, como quieras. —gruñó levantándose.
—Ve a la Calle de Seda.
—No me meto con putas. —gruñó. —y sólo porqué no deseo que todos me vean con la verga a punto de explotar no me iré. —nuevamente gruñó, acostándose al lado de ella. —mierda sí está doliendo.
—Buenas noches.
—Avee...
—Duérmete.
—¡Amor!
—¡Qué te duermas! —casi gritó y Aemond gruñó, cerrando su ojo y deshaciéndose de su parche.
[***]
Sin embargo, al despertar, lo hizo con una noticia abrumadora.
—O casas a la princesa Daella, o la tacharé de bastarda.
—¿Disculpa?
—Ser Otto y yo hemos hablado y él me ha aconsejado.
—Eres un maldito idiota. Parece que estás enamorado de él, en toda mierda que acosenja le haces caso.
—¡No permitiré que...
—¡Metase sus permisos por donde mi abuelo no se lo mete!
—¡Aveesy! —exclamó Viserys sorprendido. Definitivamente las mujeres Targaryen mostraban sus garras cuando de sus hijos se trataba.
—¡No permitiré que Daella sea condenada a todos los destinos que se tienen cuando un Targaryen la toca! Mi niña no sufrirá violaciones ni será obligada a expulsar herederos. Y es mi última palabra.
—Sí no casa a la princesa será ilegitimizada, sus hijos serán privados de sus dragones y usted también.
—¿Desde cuándo un Hightower puede opinar? Suya no es mi sangre, la sangre valyria es espesa, y usted lo único que tiene espeso es la maldita cara de idiota que tiene. Viserys, sí van a ilegitimizar a mis hijos y privarnos de nuestros dragones, con gusto me exilio por voluntad propia.
—Mi nieta, eso no es necesario. He recapacitado y leído historias y sé que Daella aún es muy niña para casarse, el casarse con un hombre mayor y encamarse antes de tiempo puede resultarle desdichoso después. La princesa Daella se casará cuando cumpla la edad y sí sus padres le han encontrado un buen partido, lo hará. Hemos terminado. —Viserys dijo y Aveesy sonrió aliviada.
—Gracias abuelo.
[***]
—Dioses, extrañaba esto. —gimió Aemond embistiendo las caderas de la menor.
—Yo... yo también. —gimió la morena ante las bruscas embestidas de su esposo, sus senos saltaban mientras Aemond tenía sus piernas sobre sus hombros. —¡Dioses, sí!
Aemond sonrió, aún embistiendo, sabía que su esposa estaba cerca con su apretón a su alrededor, gritó por última vez y su poco llegó, embistió un poco más y él también llegó, dejando su semilla en sus paredes carnosas.
—Esto no ha terminado, mi amor. —murmuró, saliendo de su esposa, jadeante, colocando su pecho contra el colchón. —me hiciste llorar cuando sentía que la polla me explotaba y no querías recibirme, veremos que tanto soportas mi amada esposa.
—¡Aemond! —gimió y el peliblanco rió. Cambiando de posición, ahora con su trasero al aire, riendo de como su esposa estaba tan lujuriosa como él.
Hechos el uno al otro.