Aemond Targaryen

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Advertencia: Leve Smut.

—Tal vez, sólo tal vez... sí le hubiese prestado atención a mis hermanos menores.

—Medios hermanos menores. —corrigió la peliblanca. —no podíamos acercarnos, Alicent los alejó de nosotras.

—Tal vez si hubiese hablado con padre, ellos me querrían y apoyarían mi reclamo al Trono...

—Nyra, no podíamos enseñarle a nuestro padre a ser padre, él nos ignoraba, a ti te dejó de ignorar cuando se dio cuenta del error que cometió.

—A ti nunca te dejó de ignorar. ¿Verdad? —en los ojos de Rhaenyra no había más que dolor.

—Aerysa aclaró su garganta. —ciertamente me prestaba más atención que a los hijos de Alicent, pero no podemos enseñarle a ser padre, fuimos sus hijas, no podemos exigirle algo que no le nació nunca. Alicent y Otto saben que el Trono no les pertenece. ¿Por qué crees qué envían a Aemond aquí? ¿Con sus ridículas amenazas?

—Aemond desea casarse contigo. No lo veo tan amenazante.

—Aemond tiene problemas maternales, le gustan las mujeres mayores, cree que yo podría llenar ese maldito vacío.

—Aerysa, mi dulce hermana. —Rhaenyra dijo, sus ojos azules y su sonrisa cariñosa la hacían ver más parecida a Aemma de lo que ya era.

—Sé que no eres mamá, pero por favor... nunca me dejes de mirar así. —Aerysa murmuró, contra los brazos de Rhaenyra en su abrazo.

—Y jamás lo haría mi dulce niña.

—El príncipe Aemond desea hablar con la princesa, mi reina.

—El traidor. —Aerysa dijo, una vez que se separó del abrazo. —ese bastardo verde no tiene ningún título aquí.

—Hermana, Ser Erryk sólo nos informaba.

—Mis disculpas Ser Erryk.

—No se preocupe princesa, odio a Aemond tanto como usted, sólo que tantos años de servicio me hacen llamarlo príncipe aún.

—Vayan, Ser Erryk, no pierda a mi hermana de vista, con Aemond encadenado... no sé qué sería capaz de hacer.

—Cómo ordene mi reina. —el rubio se mostró orgulloso al hacer su reverencia, guiando a la princesa a las celdas.

—Hermana.

—Bastardo. —dijo, saludando al peliblanco quien desde donde estaba sentado, le sonreía.

—Te ves bien con el lila.

—Desearía poder halagarte Aemond, me es imposible.

—Has atendido a mi llamado.

—Como Mano de la reina, debo de ver que quieren los demas, una verdadera Mano, no una lameculos como lo era tu abuelo.

—Mi abuelo es una gran Mano, ha servido fielmente a tres reyes.

—A tu abuelo se le olvidó que era la Mano, no Champiñón.

—Aemond rió. —hablemos a solas.

—Eres un traidor, no estás en posición de pedir algo, sin embargo... Ser Erryk, déjenos solos, sí el bastardo intenta escapar, ya sabe que hacer. —el caballero asintió, sin más, la mayor se acercó a la celda. —habla.

—Aegon no es el verdadero rey.

—Wow, has conquistado Westeros.

—Sin embargo, Rhaenyra tampoco lo es.

—Rhaenyra fue nombrada Heredera hace más de veinte años, inclusive mi hermano siendo un feto fue nombrado más rápido de lo que alguna vez, alguna de ustedes serían, Baelon mi hermano, quien se gestaba en el vientre de mi madre fue su heredero, al nacer, fue llamado inmediatamente heredero.

—Heredero por un día, así lo llamó el tío Daemon.

—¿Y por qué crees qué jamás lo nombraron heredero y exiliaron?

—Me dijeron que Viserys había muerto y que Rhaenyra sería la heredera. ¿Y sabes qué dije?

—No.

—¿Tengo qué arrodillarme y chuparle el coño a Aerysa?

—¿Qué?

—Y lo haría encantado, sino estuviese amarrado como un puto criminal.

—¿Y qué es lo qué eres? Has conspirado contra la Corona. —apretó sus dientes. —eres más que un criminal, mereces que tu cabeza esté en una pica en las afueras de Dragonstone para que todos vean lo que le sucede a los Traidores.

—Ustedes se marcharon de King's Landing, abandonaron al rey y al Consejo.

—Tú intentaste matar a Lucerys y la perra de tu madre intentó asesinarlo también, cortando a Rhaenyra. ¿Qué nos esperaba? Jamás abandonamos al rey ni al Consejo. ¿Pero cómo podrías saberlo? Sí eres un hijo de Alicent, y estabas ocupado engendrando bastardos. ¿Creías que nadie se daría cuenta de la verdadera paternidad de los hijos de Helaena? Debes ser más inteligente.

—Esos niños no son míos, son de Aegon, jamás tocaría a Helaena.

—Eso no me concierne, tienes una obsesión enfermiza con esa palabra, parece una vagina, nunca te la sacas de la boca.

—Sí fuese el tuyo, jamás lo haría.

Aerysa sabía de los puntos débiles de los hombres, y no sólo de los Targaryen, los hombres se entregaban al deseo y al poder, y Aemond, la deseaba a ella.

Miró la pequeña ventana que había allí, Ser Erryk se había dormido en el pasillo y unos soldados habían venido a por él, dejándolos completamente solos.

—¿Entonces no te lo sacarías de la boca?

—Nunca hermana mía.

—Bien. —la mayor dijo, abriendo la celda, Aemond la miró sin comprender. —abre tu maldita boca y enséñame que eres capaz de hacer, niñato verde.

Notó la dureza de Aemond en sus pantalones, riéndose de esto, abrió sus piernas, haciendo que Aemond se acostase, con una risa pícara, hundió su centro en la cara del menor, quién, como si estuviese hambriento, empezó a devorarla.

Los gemidos que amenazaban por salir eran callados por su mano, mientras sentía a Aemond cada vez más dentro de ella, escuchándolo gruñir y gemir.

El menor no podía moverse, su lengua hacía maravillas con su centro, lentamente empezó a montarlo, mordiendo su labio con rudeza mientras esté rozaba su nariz con su clitoris; las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, mordiendo más su labio, sintió su orgasmo cercano, montando a Aemond mientras esté mordía sus pliegues, llegando en su cara.

Se quitó de encima de esté, mirando como su pantalón estaba notablemente duro, lo quitó, aún estando desnuda, desnudo al menor, quien la miraba con ansías.

Aerysa se acomodó mejor, y antes de jalar, se acercó al oído del menor.

—Jura lealtad a Rhaenyra, traiciona a los Verdes y cuéntame todos sus planes y sólo así, sabrás lo que es estar dentro de una mujer, una Targaryen completamente pura. —susurró en su oído acomodando su vestido, saliendo de la celda, con Ser Erryk siguiéndola tiempo después.

HOTD OS PT.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora