Aemond Targaryen

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Ella siempre deseó la atención de su tío Aemond, añoraba que se hiciese de noche para ver a su tío y siempre sentarse a su lado en la cena. Siempre pedía sus mejores vestidos y joyas para estar a su lado.

Sí, a ella definitivamente le gustaba.

Siempre se sentía insegura al verlo, él no volteaba a verla, prefería mirar una oxidada copa de vino que mirarla a ella, se sentía obligada a ser perfecta para él, sin embargo, se sentía fuera de lugar cada que estaba a su alrededor, sintiendo que tal vez él era mucho para ella y ella sólo era una niña.

Rhaenyra había notado aquello, deseaba que Aemond fuese su hermano, a pesar de querer casar a Helaena y a Jace, ella sabía que la más dulce e inocente de sus medios hermanos era ella, y que la cizaña de Alicent no lograba llegar a su interior. Ella y Jace podrían ser felices.

Pero Aenyssa y Aemond no.

Aenyssa era dulce y frágil, sensible con todo lo que la rodeaba y se maravillaba con cosas muy pequeñas.

Aemond era tosco y malhumorado, furioso con todos y explotaba con lo más mínimo.

Pensó en casar a Jace y Helaena recibiendo una repuesta negativa de la reina, estaba claro que Alicent no deseaba que ningún estirpe de Rhaenyra estuviera con alguno de sus hijos.

Y la había humillado delante de todos.

[***]

—¡Mamá! ¿Me veo bien?

—Rhaenyra sonrió. —mi dulce hija, te ves preciosa.

—Iremos a Driftmark. —ella sonrió. —pero tía Laena no estará.

—Mi niña, tu tía te amaba. Iremos a acompañar a tus primas que han perdido a su madre, les vendría bien algo de apoyo.

—¿El tío Aemond irá?

—Sí cielo.

Ella añoraba ver a Aemond, Rhaenyra sonrió, recordando como era ella con Daemon.

Cómo se arreglaba y se pavoneaba cuando estaba a su alrededor, acechando a su presa.

Sí, extraña a Daemon y odiaba que la hubiese dejado sola, después de la muerte de su madre todo a su alrededor se había oscurecido, y con el nacimiento de Aegon y la partida de Daemon todo estaba peor.

Hasta que nacieron sus dulces niños. Y Aenyssa creció y gustaba de Aemond.

[***]

Aenyssa solía reírse con Aemond, intentaba hacerlo sentir mejor y cuando se hizo la broma del cerdo, fue tras él.

《—¡No me toques! Maldita. ¿También vienes a burlarte?

《—¿Qué? No yo vine a ver como estabas.

《—Vienes burlarte, tú tienes un dragón.

《—Podemos volar juntos, mi dragón te amaría.

《—¡Déjame en paz! Has venido a burlarte. —gruñó, empujándola, la princesa cayó en el suelo golpeando su cabeza, un ruido sordo se hizo en sus oídos junto a un zumbido, cayendo al lado de una piedra, su vestido azul se había ensuciado y el júbilo verde de Aemond se había movido ligeramente de lugar. Ella lo miró con ojos llorosos y se alejó de él. —¡Huye como una cobarde! ¡Lárgate tú no eres digna de tener un dragón, eres débil! —pero con cada palabra que él gritaba, más su sobrina se alejaba.

Creyeron que se iba a alejar, pero se acercó nuevamente con ojos soñadores y estuvo cerca de él todo el tiempo. Aegon se reía de ella mientras Jacaerys intentaba alejarla. Pero nadie lograba que ella se alejará.

Y ahora en Driftmark, Aemond había intentado acercarse a ella, ella le sonrió, sin embargo Jace la tomó y la alejó de él.

—Aenyssa, despierta.

—¿Hmm? ¿Qué?

—Han robado a Vaghar. —murmuró Rhaena y ella se levantó asustada, siguiendo a sus hermanos hasta donde Vaghar. —es él.

—Soy yo.

—Vaghar es el dragón de mi madre.

—Era, tu madre está muerta. —gruñó Aemond, Rhaena intentó acercarse y él la empujó, Baela le dio un puñetazo y empezaron a golpearse mutuamente.

—¡Aenyssa no te acerques! —gritó Jace y Aemond rió.

—¿Qué? Ella no es fuerte como ustedes, eso lo sabemos. —Aemond golpeó a Jace nuevamente y la menor se acercó, sintiendo su sangre espesa.

Todo sucedió rápido, Aemond empujó a Aenyssa nuevamente, está vez, su cabeza impactó contra el suelo y había bajado sangre de ella, cayendo en una gran roca, mirando borroso escuchó gritos y luego metales contra metales corriendo. Sintió unos fuertes brazos que la conducían hasta el Castillo nuevamente.

—¿Jace? ¡Luke! Muéstrame, muéstrame. —Rhaenyra dijo, al acercarse, notó que Aenyssa estaba sentada en los regazos de Rhaenys con una venda ensangrentada. —¿Quién hizo esto?

—Ellos me atacaron.

—¡Él atacó a Baela!

—¿Dónde está Ser Laenor? Entreteniendo jóvenes escuderos.

—Mi tía acaba de morir, está de luto. —gimió la peliblanca con pesadez, Rhaenys volvió a acostarla en su pecho.

—Suficiente, suficiente. ¡Ustedes son familia! Disculpense.

—Nos llamó bastardos, y empujó a Aenyssa.

—¿Qué dice el niño?

—Han llamado a mis hijos bastardos, mi rey, mis hijos son una línea directa al Trono, está es la mayor de las traiciones.

—¿Por un insulto? Mi hijo perdió el ojo porqué su hijo llevaba una cuchilla, el príncipe Lucerys Velaryon llevaba una navaja a la emboscada para lastimar a mi hijo. Ser Criston, traigame el ojo de Lucerys Velaryon, que elija cuál ojo quiere perder, un derecho que no le fue dado a mi hijo.

—Madre.

—No harás tal cosa.

Aenyssa escuchaba con zumbidos, sintió a su abuela levantarse y dejarla en el sillón con su doncella. Escuchó gritos, alaridos y una espada cayendo. Con dolor y pesadez se levantó, no miraba con claridad, se tambaleaba conforme pasaba al lado de las personas.

—Ha sido un trato justo madre, perdí un ojo, pero gané un dragón.

Aenyssa quiso hablar, acercándose a su madre y antes de hacerlo, cayó desplomada en el suelo, asustando a los presentes.

Lo último que vio, fue los ojos llorosos de su madre, la mirada indiferente de Aemond, la mirada asustadiza de Alicent junto a su abuelo gritando por un maestre. Después, sintió el mismo deseo de dormir antes de esa noche.

[***]

Se habían marchado a Dragonstone.

Su madre se había casado con Daemon después de la muerte de su padre, en la boda le habían dado una antorcha a Jace y a Baela y todos los niños formaron un círculo a su alrededor. Su herida había cerrado aunque seguía fresca y dolorosa.

Ella dejó de pensar en Aemond, dejó de pensar en su bienestar, en su herida, dejó de verlo con amor y empezó a mirarlo con odio e indiferencia, evitó las cartas y todo lo que viniese de King's Landing, aceptando con costos las de su abuelo, inclusive casi no hablaba con Helaena, saludandola en las cartas de Viserys.

Los seis años que estuvieron en Dragonstone le fueron dichosos, lejos de la Capital y de la excelencia, ella podía ser ella, sus hermanos habían nacido y crecido, entrenaba con Daemon y jugaba con sus hermanos, la vida le era dichosa, casi olvidaba la Fortaleza Roja.

Hasta que la carta llegó.

—A King's Landing entonces.

HOTD OS PT.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora