La reina Alicent había dado a luz al tercer vástago del rey Viserys, siendo esté su primer hijo vivo varón.
La reina solicito la presencia de ambas princesas, Rhaenyra la Mayor y Rhaella la Menor.
—¿Cómo se llama? —preguntó Rhaenyra mirando al bebé escondido entre las sábanas en el cunero, con hebras platinas en su cabeza.
—Aegon, mi hijo se llama Aegon. —respondió la pelirroja con orgullo.
—¿Cómo el Conquistador? —Rhaenyra dio una leve sonrisa.
—Sí, como nuestro ancestro.
—No eres una Targaryen. —dijo la menor, mirando por la ventana de la habitación.
—Mi dulce hermana, iremos por pastel más tarde. —Rhaenyra dijo, intentando aliviar la tensión entre la pelirroja y la peliblanca. —¿Te emociona la idea?
—Sólo digo. —dijo alejándose de la ventana, colocándose al frente de la cama de Alicent, en dónde Rhaenyra tomaba su mano. —porqué se llamé Aegon no lo hace un Conquistador, es más como el hijo del rey Aenys, Aegon el Incoronado, es un segundo hijo, y un segundo hijo jamás llega a ser rey, a menos que usurpe. ¿Harías eso Hightower? ¿Le harías a mi hermana? Me es poco creíble creer que aún le tienes cariño a Rhaenyra, sí hubiese sido así, jamás habrías abierto tus piernas. —dijo, alejándose de ambas mujeres. —Rhaenyra, iré por pastel.
—Yo quiero un poco.
—Levántate y ve por él. —gruñó la menor, un guardia le abrió la puerta, antes de salir, miró la enorme habitación. —y limpia esté desastre, mi madre, la reina jamás habría permitido que sus aposentos se viesen así.
Sin más, se alejó, con un amargo sabor en su boca y un peso en su corazón, Aegon había nacido y era hijo de una Hightower, Otto Hightower era el padre de Alicent y abuelo de Aegon, haría hasta lo imposible para poner su sangre en el Trono, y ya lo había demostrado colocando a Alicent en el Trono. ¿Qué más no haría ese hombre?
—Hija mía. ¿Ya conociste a tu hermano?
—Me fue imposible no conocer a Baelon, su muerte me lastima.
—Yo hablo de Aegon, hija.
—¿El hijo de Alicent? Nos obligó a Rhaenyra y a mi a conocerlo.
—¿Y te agrado?
—No.
—Habló de Aegon.
—Tampoco, si me disculpa majestad, iré por pastel.
—Alicent me dijo que quería, también me informaron de tu arrebato contra ella, Rhaella.
—¿Y?
—Debes respetarla.
—A la única que respeto es a mi madre. ¡Y oh vaya sorpresa! Está muerta.
—Sólo digo que como tregua le lleves pastel a Alicent, los partos son muy cansados.
—Debe de saberlo. ¿O no majestad? Usted sometió a mi madre a muchos de ellos. Y por su culpa, está muerta.
—Yo amaba a tu madre, Rhaella.
—No parece, apenas Alicent abrió sus piernas no dudaste en embarazarla. Pero me es sospechoso.
—¿Sospechoso?
—Ningún parto de mi madre se llevó a cabo, sin embargo, es el primer hijo de Alicent y sí sobrevivió, tuvo mejores maestres que los de mi madre.
—Todos aprendemos de nuestros errores.