Extra II

1.5K 92 130
                                    

Inglaterra, 2024.

Lando parecía muy concentrado en lo que hacía, dibujando figuras imaginarias en la espalda de su marido, pasando sus dedos con suavidad por encima de las cicatrices que tanto amaba. No pensaba en nada importante realmente, simplemente acariciaba a su chico de forma despreocupada, sabiendo bien que Carlos adoraba esos afectos. Besó el centro de la espalda del español, gesto al que se había habituado con el paso del tiempo.

El castaño se dio la vuelta en la cama, atrapando entre sus brazos al joven de ojos verdes, que le sonreía afablemente, con mucha ternura y amor. Era bastante tarde, pero no parecían dispuestos a dormir ese día. Lando era el jodido campeón del mundo, ¿cómo iban a dormir?

- He estado pensando - susurró Carlos, llevando sus manos hasta las caderas desnudas de su marido, el cual se acomodó a horcajadas sobre su regazo.

- ¿En qué? - Se interesó el chico, pasando su mano por el pecho del mayor.

- Pronto deberíamos pensar en tener hijos, ¿no crees? - Murmuró, incorporándose para quedar sentado, aun con el inglés sobre él.

- ¿Ahora? - El ojiverde frunció el ceño, pareciendo disconforme con aquello. - Tenemos coches competitivos, amor... Estamos peleando por mundiales. Los dos. No podemos hacernos cargo de un ser vivo.

- Los procedimientos de adopción son largos - terció Carlos, encogiéndose de hombros. - Tengo treinta años, Lando, quiero hijos.

El de cabello rizado miró a su esposo con seriedad, pensando en lo que le decía. Él quería hijos, era algo que habían hablado miles de veces. Y querían adoptar. Pero para él aún era pronto. Carlos tendría treinta, pero él acababa de cumplir veinticinco. Sólo eran cinco años, pero marcaba una diferencia entre ellos que no habían querido ver hasta ahora.

- No sé si estoy preparado - se sinceró el joven, sintiéndose infantil e inmaduro.

Carlos reconoció la culpa en su mirada enseguida, y no dudó en suspirar, mirarlo de forma comprensiva y abrazarle con fuerza.

- Está bien, ángel. No pasa nada - susurró acariciando su espalda y besando su hombro.

- Sí que pasa. Tú quieres, pero por mi culpa...

- Lando, escúchame - lo tomó por los hombros, mirándolo con seriedad. - Adoptaremos cuando los dos estemos listos. Puedo esperar.

- Pero no es justo.

- Lo que no sería justo sería forzarte a algo para lo que no te sientes listo.

El inglés suspiró, sonriendo levemente por muy mal que se sintiera. Había tenido suerte con Carlos, lo sabía cada día desde que se levantaba hasta que se acostaba, pero en circunstancias como aquella veía lo realmente afortunado que era.

- Hagamos un trato - dijo el español. - Mi contrato con Mercedes termina en 2025. No firmaré con nadie ni renovaré, y así podré quedarme a cargo del niño que adoptemos.

- ¿Tú estás loco? No voy a dejar que dejes lo que más amas para...

- Lo que más amo eres tú - lo interrumpió, tomando su rostro entra las manos. - Y lo que más deseo no es otro mundial. Lo que más deseo es tener una familia contigo.

Lando miró aquellos ojos cafés sintiendo que él era su mundo entero. Y sí que lo era. No podía decir que sus palabras lo sorprendieron, el inglés sabía bien cuáles eran los sueños y ambiciones de su pareja. Pero no por ello se sentía menos emocionado, no por ello sus palabras eran menos importantes.

- Te amo sobre todas las cosas, Carlos Sainz - susurró antes de besarlo, uniendo sus labios de forma suave y tierna.

El castaño siguió aquel beso con mucho gusto, abrazando contra sí a su marido, sintiendo el pecho desnudo de Lando contra el suyo, siendo consciente de todo él, de sus suaves y firmes muslos, de su marcado abdomen, de sus fuertes brazos, de sus perfectos labios... Siendo consciente de que tenía a la perfección encarnada sobre él, besándolo, diciéndole que lo amaba. Y no podía quedar quieto ni callado.

2# Voraces || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora