Capítulo 17: El Cómplice

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Cuando despertó, sentía que la cabeza le iba a estallar. Tenía ciertas lagunas respecto a sus recuerdos de la noche anterior, pero lo más importante que ocurrió se le había grabado a fuego. Durante unos segundos, le pareció hasta divertido, pero cuando la sobriedad se hizo presente en sus pensamientos, se alarmó. ¿Qué había hecho?

Se levantó de golpe, mirando a la chica que descansaba en la cama con tranquilidad. No podría ni mirarla a los ojos después de aquello. ¿De dónde sacaría el valor? De ningún sitio. Sintió que le dolía el corazón al pensar en Caco. Él era el novio más atento y cariñoso del mundo, ¿así se lo iba a pagar? ¿Acostándose con una tía?

Retuvo las lágrimas y comenzó a vestirse. Le temblaban las manos, y tenía la vista empañada por las incipientes lágrimas. No, no, no. Todo era una pesadilla. No había ocurrido de verdad, no podía haber sucedido realmente...

Se metió en el baño y cerró con pestillo, para calmarse antes de salir de nuevo. No lograba enlazar más de dos ideas seguidas. Su mente era un descontrol. ¿Qué haría ahora? ¿Mentirle a su novio era una opción siquiera? No, no lo era. Joder, claro que no lo era. ¿Cómo podía serlo?

Tocaron en la puerta del baño y la española se sobresaltó un poco. Abrió y vio frente a sí a su pequeña amiga. Esa no era la forma de cuidar de ella, estaba claro. Le había fallado también a la inglesa, y eso pesaba en su mente y su corazón.

- Deberías irte antes de que Lando llegue - dijo la chica tímidamente.

Lucía asintió. No había más que hablar en ese momento. Ya tendrían tiempo de hablarlo todo, pero aun no era la ocasión adecuada. Así que se marchó casi corriendo, dejando a la menor de las dos sola en su habitación.

La joven no dejaba de pensar en su marido, que aunque no fuesen nada realmente, sentía que lo había traicionado. No quería estropearlo todo, pero lo había hecho. Y se odiaba por ello, se odiaba profundamente. Su susto no fue pequeño cuando él entró por la puerta hecho una furia.

- Antes de que me regañes... - intentó hablar la joven.

- Cállate - gruñó el ojiverde caminando de un lado a otro de la habitación con los puños apretados. - ¿Yo ahora qué hago?

- Finge que no has visto nada, por favor.

- De eso nada - negó con la cabeza y empezó a reírse de forma que la asustó. - Al parecer a uno de los dos sí que le gustan los coños - exclamó sarcásticamente. - Enhorabuena, Mandy, lo de follar con Lucía sí que no me lo veía venir.

- Todo tiene una explicación...

- ¿Sí? ¿Cuál? - Se sentó en la cama y se cruzó de brazos. - Soy todo oídos - el cruel sarcasmo que usaba le quemaba a ella tanto como a él.

Cuando vio que su amiga no diría nada, suspiró. Se pasó la mano por los rizos con ansiedad, sin saber qué hacer. Sin quererlo le habían convertido en cómplice, porque ahora que lo sabía, si no se callaba las traicionaba a ellas, pero si no decía nada los traicionaba a ellos. Caco y Carlos o Mandy y Lucía, se debatía su mente. Deseó no saberlo, pero ya era tarde.

- Lando...

- Cállate la puta boca - gruñó irradiando rabia. - ¿Eres consciente de lo que has hecho? - La miró, sus ojos verdes destellando por la furia.

Ella agachó la cabeza y contuvo un sollozo. Podía culpar al alcohol, y en parte sí fue culpable, pero sabía que no era el único detonante de la situación. La había cagado, y encima había jodido a su mejor amigo bastante. Puede que incluso ahora se quedara sin su única amiga. Todo en una noche.

- Lo siento - logró musitar, temiendo que el inglés volviese a gritarle.

- Me voy - declaró levantándose de la cama de golpe.

2# Voraces || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora