Capítulo 36: La Videollamada

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Lo abrazaba con tanta fuerza que casi le hacía daño, y era sorprendente lo mucho que lo estaba apretando teniendo en cuenta su condición física.

- Lan... Me tengo que ir - se rio el hombre, que terminaba de hacer la maleta con su prometido encaramado a la espalda como si fuese un monito aferrándose a su mamá. - Y bájate, te vas a caer - lo riñó.

- No te vayas - suplicó apretando el agarre de sus piernas y brazos. - Por favor.

- No lo hagas más difícil de lo que ya es, ángel - pidió sentándose en la cama para que el chico se bajara.

- ¡No me quieres! - Dijo dejándose caer en la cama.

- No digas eso - bufó Carlos frunciendo el ceño. - Y deja de comportarte como un niño.

- Es que te voy a echar de menos, amor - murmuró haciendo un adorable puchero y poniendo sus mejores ojitos de cachorro.

- Y yo a ti, ya lo sabes, peque - susurró acercándose para besar su frente.

- ¿Peque? - Inquirió, sonriendo. - Eso es nuevo.

- Ehm... ¿Perdón?

- No, no. Me gusta. Te amo.

- Te amo - correspondió el español, sonriendo divertido. - Las pastillas te tienen muy alterado emocionalmente, ¿te has dado cuenta?

- Sí - resopló, frustrado, y se cubrió el rostro con las manos. - Tengo más cambios de humor que una embarazada.

- Lando "el embarazado" Norris - se mofó el español, empezando a reír.

- ¡Vete a tomar por culo! - Bufó indignado, levantándose y cruzándose de brazos.

- No te alteres, que eso afecta al bebé - siguió burlándose, con su sonrisa arrogante en el rostro.

- Imbécil - gruñó el chico rodando los ojos y dándole la espalda.

El castaño no desaprovechó la oportunidad de abrazarlo por la espalda y besar su nuca, estrechándolo contra sí mismo. No hicieron falta las palabras. Lando giró su cabeza y Carlos lo besó con propiedad esa vez. Y no querían separarse porque era un beso de despedida, dado que el mayor de los dos no volvería hasta el lunes de la semana próxima.

Sus lenguas entraron en la ecuación muy deprisa, y de un beso lento y sensual pasaron a uno brusco y posesivo. Lando se apartó de la boca del castaño para besarle y chuparle el cuello, dejando un enorme chupetón en un lado del mismo, de forma totalmente intencional.

- No te lo tapes... Que todos vean que tienes dueño, ¿me oyes? - Susurró el joven al oído del piloto de Ferrari.

- No tenía intención de taparlo - confesó el hombre sonriendo. - Yo también quiero dejarte una marca... - protestó infantilmente.

- Donde quieras - se ofreció sin problema, muy tranquilamente.

Carlos sonrió y se deshizo de su camiseta con una facilidad pasmosa, dejando el torso del inglés al descubierto. Recorrió con los dedos la cicatriz más grande que tenía Lando; la de la operación del pulmón. Surcaba su pecho, dividiéndolo en dos, y luego rodeaba su pectoral derecho, dejando una forma de "L" invertida. Se mordió los labios viendo la piel bronceada de su prometido. Eso siempre le sorprendió; Lan era un inglés muy moreno en comparación a lo blancos que eran los ingleses que Carlos acostumbraba a ver.

- Es para hoy, Carlitos... Caco se va a desesperar.

- Pensará que estamos follando - murmuró con diversión, pensando dónde quedaría genial un chupetón suyo.

Tomó al inglés de la cintura y lo hizo recostarse en la cama, colocándose de rodillas entre sus piernas. Dirigió sus labios al pecho del ojiverde, rozando su piel con delicadeza. Siguió la forma de la cicatriz y luego fue al pezón que tenía más cerca, besándolo con cautela, mirando a los ojos al joven.

2# Voraces || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora