Frotó el rostro contra la suave almohada, revolviéndose en la cama. Dormir de nuevo en casa era liberador. Se estiró perezosamente, sin abrir los ojos, y frunció el ceño al ver que no había nadie más en la cama. Abrió los ojos y pasó la mano por el lado que ocupaba siempre el español, donde debería estar. Pero no estaba.
El inglés bostezó, pero permaneció acostado, cerrando los ojos de nuevo. Ya tendría tiempo de levantarse. Ese día lo quería pasar en la cama. No había dormido nada, había estado ocupado con su prometido haciendo... Un poco de cardio.
Se movió buscando una postura más cómoda, sintiendo las sábanas enredarse y rozar su cuerpo desnudo, acariciándolo suavemente. Recuerdos directos de la noche anterior asediaron su mente. Los labios de Carlos rozando su piel, sus dedos recorriendo con lentitud su cuerpo, sus caderas moviéndose muy despacio, su boca besándolo profundamente.
Por bonito y tierno que fuera, debía dejar de pensar en eso o se pondría duro. Y si no sabía dónde estaba el rubio, no quería tener ese problema. Cuando lo tuviera cerca ya resolverían todo.
- Eres un flojo - dijo una voz desde el marco de la puerta.
Carlos lo miraba con diversión, con unos shorts y una camiseta puestos, sin nada más.
- Cierra la boca y métete en la cama conmigo - bufó sin mirarlo, en un casi perfecto español. - ¿Llevas ahí todo el tiempo?
- Sí - soltó una risita. - Ni te has molestado en mirar a tu alrededor.
- Tengo sueño - protestó. - Vuelve a la cama, Sainz.
El mayor rodó los ojos y caminó hasta el borde de la susodicha cama, mirando desde su posición elevada a su chico. Las mantas y sábanas cubrían aleatoriamente partes de su cuerpo, y el español se quedó unos instantes observándolo con detenimiento. Cuando despertó estuvo un buen rato haciendo lo mismo; observando cómo su rostro se contraía en divertidas muecas y luego se relajaba, fijándose en los músculos de su cuerpo tensándose y relajándose, sintiendo los latidos del joven británico bajo sus dedos. Y ahora volvía a admirarlo con la misma curiosidad y con la misma fascinación. Su cuello, sus hombros, su espalda, sus brazos, sus manos, sus muslos... La mente de Carlos lo traicionó imaginándose cómo sería ser dominado por la bestia en la que se había convertido Lando. Porque de ser pequeño y canijo se había convertido en un chico grandullón y musculoso. Y mierda, qué sexy le resultaba aquello al rubio.
- ¿A qué esperas? - Se impacientó el británico, abriendo un ojo como buenamente podía, tirando del brazo del piloto de Ferrari y tirándolo encima suyo. - Mucho mejor - sonrió mirándolo directamente a los ojos.
- Estás cariñoso hoy, ¿no? - Lo molestó con una sonrisilla, colocándose bien encima de él.
- Anoche nos pedimos matrimonio y luego follamos sin parar, estoy todavía en una nube de amor, arcoiris y esas cursiladas... - bromeó hundiendo la mano en su sedoso cabello.
- Tienes razón, creo que yo voy a vomitar colorines y purpurina - se mofó haciendo reír al inglés. - ¿Eres consciente de lo ñoños que somos cuando estamos juntos?
- Ñoños y calenturientos - puntualizó con diversión.
- Sí... Ambas cosas están bien de vez en cuando - sonrió, colocando sus piernas a ambos lados de las caderas de su prometido. - Sobre todo lo segundo - añadió Carlos besando sus labios lenta y sensualmente.
Lando frunció el ceño de nuevo, llevando sus manos a la cintura del mayor. "Espera, espera, espera... ¿Qué?", pensó para sus adentros, muy confuso. ¿Estaba acaso Carlos...?
Dios había oído sus plegarias.
- Amor... Creo recordar que los roles eran al revés - dijo entre beso y beso, sintiendo cómo el español movía sus caderas despacio, de delante hacia atrás.
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2# Voraces || Carlando
FanficVoraz: 1. Dicho de una persona que come mucho o con mucha ansia. 2. Que destruye o consume rápidamente. 3. Que consume con deseo muy intenso. // Segundo libro de la Bilogía Indecentes. // Fecha de publicación: 10 de diciembre de 2022. // Fecha de fi...