Extra III

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Bahréin, 2023.

Como cada mañana desde hacía ya bastante tiempo, eran unos ojos verdes y unos rizos castaños los que abarcaban su vista nada más despertar. Carlos estaba acostumbrado de muy buena gana a que su chico fuera el primero a quien viera al comenzar el día, y aquella mañana en concreto, se alegró enormemente.

- ¿Qué te pasa ya? - Se rio el inglés, que llevaba despierto un buen rato, pero había decidido permanecer en la cama acariciando el sedoso pelo de su prometido. - El día ni ha empezado y ya estás tenso.

- Déjame en paz, ángel - protestó abrazándolo por la cintura. - Hoy va a ser mi primera carrera con Mercedes...

- Ayer clasificaste genial, honey - lo tranquilizó. - Tercero y por delante de George, deberías estar orgulloso - sonrio y besó su cabeza cariñosamente.

- Dijo el señor de la pole - murmuró casi con resentimiento, pero sonriendo porque estaba profundamente orgulloso. - Estoy nervioso porque no quiero cagarla, nada más - siguió entonces, obcecado con su preocupación por meter la pata.

- Lo vas a hacer espectacular, hazme caso - lo intentó animar. - No tan espectacular como yo, claro está... - lo chinchó, pero Carlos debía darle la razón.

Lando había vuelto a la F1 de un terrible accidente automovilístico, con un McLaren que prometía mucho (aunque quizá no tanto como Red Bull y Mercedes), y había sorprendido a todo el mundo con una pole en el primer circuito de la temporada. Después de más de ocho meses sin subir a un Fórmula 1. Sencillamente impresionante.

- ¿Crees que hoy haremos podio? - Inquirió el español, pensativo.

- Pues depende de cómo sea el ritmo en carrera, la degradación de los neumáticos, la estrategia... Pero voy a confiar en que sí lo conseguiremos.

- ¿Tendré permitido besarte en el podio?

- Sólo si gano... - sonrio juguetonamente y presionó sus labios contra los de su prometido. - Si ganas tú, ya veré qué hago - añadió sobre su boca.

Los dos sonrieron, y el piloto de Mercedes pronto estuvo sobre el piloto de McLaren, besándolo con ansia y con ganas, deseando tomarlo al menos una vez antes de empezar un domingo de carrera que les metería bajo mucha presión.

Carlos se había vuelto más dulce con el tiempo, era algo de lo que Lando se había percatado. Cuando se conocieron siempre era sucio y brusco, cuando regresaron era más íntimo pero igualmente intenso. Sin embargo, a raíz del accidente, el español parecía ser el tímido de los dos, como si ver a su chico al borde de la muerte lo hubiese vuelto más considerado en el sexo. Claro que había veces que lo hacían de forma salvaje, habían roto una cama hacía unas semanas, pero ya nunca era tan... Vulgar. La conexión y el entendimiento que tenían era algo superior a ellos.

- Carlos - jadeó Lando arañando su espalda, desnuda al fin, pues acababa de sacarse la camiseta. - Te odio, estás buenísimo.

El aludido soltó una risa ronca mientras le quitaba la camiseta a su chico, quedando ambos en bóxers. Presionó su erección contra la del ingles y sonrio con satisfecho.

- Ángel, ¿tú te has visto?

- Alguna vez - asintió con ironía.

- Entonces ya sabes lo hermoso que eres - murmuró agarrándolo por los muslos, abriendo bien sus piernas, que se enredaron entorno a su cintura enseguida. - Me pasaría la vida con la cabeza entre estos muslos - dijo apretándolos, disfrutando de notar lo gruesos y trabajados que estaban, - chupándote la polla y haciéndote correrte en mi boca.

- No me parece un mal plan...

Carlos lo besó, y ambos sonriendo sobre los labios del otro mientras se tocaban y se rozaban, desesperados y ansiosos. Todo lo que tocaban eran músculos y suave piel. Las uñas de Lando se clavaban en el hombro del madrileño mientras su mano libre se hundía en su sedoso pelo castaño, a la vez que sus caderas buscaban las de su prometido.

2# Voraces || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora